Cumbre entre Putin y Trump en Helsinki: Objetivos más grandes que Siria y Oriente Medio.

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Por Elijah J. Magnier: @ejmalrai

Traducción de J.M

 

Hoy lunes, ambos presidentes, Vladimir Putin y Donald Trump se reúnen en Helsinki, Finlandia, para discutir sobre asuntos aún más importantes que los eventos en Oriente Medio. A pesar de su propia importancia, la situación en Siria no es tan importante como aclarar las intenciones de Estados Unidos hacia Rusia y la posible voluntad de ambas partes de desarrollar una relación comercial, militar y de seguridad entre sus países.

Hasta la fecha, Estados Unidos, no ha entendido que Rusia no tiene intención de entrar en una guerra de armamentos o en una carrera armamentística cuyos resultados serían muy costosos para ambos países. Por el contrario, Putin, anhela alcanzar algún tipo de cooperación comercial con Trump y la apertura de los mercados del mundo con el beneficio de la prosperidad económica global.

Parece que Estados Unidos todavía vive con el complejo de “los rojos” (en referencia al partido comunista) a pesar de que hace mucho que el Partido Comunista no es quien gobierna en Rusia. La realidad detrás de la agresiva aproximación de Estados Unidos a Rusia se encuentra en la competición por el dominio mundial, o mejor dicho, la “contribución rusa” a terminar con la hegemonía global de Estados Unidos.

Los objetivos ruso-americanos son muy diferentes unos de otros. Washington desea controlar Europa, Oriente Medio y Asia, y le gustaría seguir siendo la referencia mundial a la cual acudir. De hecho, Estados Unidos, ha fallado a la hora de conseguir verdaderos aliados debido a su arrogancia y a sus actitudes condescendientes hacia otros países y hacia otros líderes mundiales. Estos han entendido que deben temer al poder de Estados Unidos y sus reacciones impredecibles, de lo contrario serían candidatos a recibir sanciones económicas o políticas de “cambio de régimen”, uno de los caballos de batalla favoritos de los americanos.

Donald Trump ha usado esta retórica de forma recurrente, cuando ha dicho de forma clara a algunos países como Arabia Saudí y otros en el Golfo que su mandato es firme únicamente gracias al apoyo americano. Trump viene a decir que podría cambiar sus monarquías a no ser que paguen y acepten su intimidación. El presidente de los Estados Unidos fue aún más lejos, poniendo precio a los servicios que realizan las fuerzas estadounidenses, vendiéndolos (salvo bajas o intereses nacionales de Estados Unidos) si recibía un buen precio. Esto es exactamente lo que está llevando al mundo a buscar una alternativa con la cual lograr un equilibro político-militar que protegiese a los líderes de la política de “cambio de régimen” de Estados Unidos.

Aquí es donde aparece el papel de Rusia, tras su larga hibernación: Moscú observó impotente la destrucción de Libia y como Occidente se las arregló para convertir al país rico en petróleo en un estado fallido y el terreno idóneo para los yihadistas takfiríes. Rusia, mientras tanto, estaba construyendo su fortaleza, y no era todavía lo suficientemente fuerte para intervenir y enfrentarse a Estados Unidos y sus aliados. Bajo Vladimir Putin, desde mayo del año 2000, cuando éste tomó el control del Kremlin, Rusia se las ha arreglado para recuperar todo lo que Gorbachov y Yeltsin destruyeron.

Mientras Rusia se estaba recuperando, sus diplomáticos enviaron un mensaje claro a Estados Unidos de que no pretendía competir con Washington en Europa u Oriente Medio a no ser que sus intereses nacionales fueran puestos en riesgo.

Washington, por supuesto, interpretó el mensaje de Moscú como un signo de debilidad, y sus analistas y expertos estimaron que quizá Moscú no se recuperase hasta el año 2020. Esta es la razón por la cual Estados Unidos intentó cortar las alas a Rusia para retrasar su recuperación total y prolongar la hegemonía unilateral de Estados Unidos.

Estados Unidos interpretó que la previsión de recuperación rusa era errónea, o quizá demasiado optimista. Así, a pesar de que la guerra en Siria empezó en 2011 y Rusia no se encontró a si misma capaz de desplegar fuerzas que interviniesen sobre el terreno, impidió la libertad de acción total para los occidentales a través de la ONU. El error libio fue evitado.

No obstante, los acontecimientos en Siria obligaron a Rusia a intervenir en el conflicto. Tras la decisión americana de bombardear el palacio presidencial y paralizar al Ejército Sirio para dar una situación ventajosa en extremo a los yihadistas, Rusia se vio involucrada directamente en los detalles de la guerra siria.

En septiembre de 2013, Barack Obama acordó con Vladimir Putin detener su plan militar contra Siria a cambio del desmantelamiento del arsenal de armas químicas sirias. Los yihadistas declararon entonces una vez más su deseo de expulsar a los rusos de su base naval en el puerto sirio de Tartous. Los yihadistas también revelaron sus objetivos expansionistas con relación a los países vecinos a Siria, comenzando por El Líbano. El Estado Islámico de acuerdo con Al Qaeda en Siria, se las arreglaron para reclutar a varias decenas de miles de luchadores extranjeros, incluyendo a algunos rusos y chinos. Estos luchadores anunciaron sus planes expansivos en Oriente Medio y Europa, y amenazaron a Rusia y a China en su política interior.

Irán, un miembro del “Eje de la Resistencia”, respondió a la llamada del gobierno sirio para cumplir con su acuerdo de defensa con Siria. Los líderes de la república islámica informaron a Putin de su decisión de bombardear Tel Aviv o Israel de forma inmediata como respuesta al primer misil americano que cayese sobre el Ejército Sirio. El conflicto sirio de repente adquirió muchas y muy profundas ramificaciones, con la implicación de diferentes países y partidos.

Pero la implicación directa de Rusia sobre el terreno llegó en septiembre de 2015 cuando las fuerzas sirias y sus aliados decidieron mantener el control de las fronteras sirio libanesas, la capital Damasco, las ciudades de Homs, Hama, y la costa. La decisión fue tomada para dejar fuera a todas las zonas rurales ya que la extensa geografía siria no permitía la recuperación de todos los territorios.

El apoyo de Occidente y los países árabes a los yihadistas era abrumador: Estados Unidos Permitió al Estado Islámico crecer, el flujo de luchadores extranjeros deseosos de unirse al Estado Islámico en Siria fue permitido a través de Turquía sin ningún tipo de molestia, y el petróleo y tesoros históricos encontraron su camino hacia Turquía y los mercados internacionales. Los ingresos del ISIS provenientes de impuestos y administraciones locales crecieron sin ser molestados ante los ojos del mundo. En cuanto a Al Qaeda, el grupo terrorista recibió apoyo logístico, de inteligencia, médico y militar de Turquía en el norte, y de Israel en el sur, así como entrenamiento de las fuerzas especiales bajo el mando de la CIA.

Y por si esto fuese poco, los medios de comunicación de masas y los analistas de Estados Unidos apoyaron la causa yihadista bajo el eslogan de que “había que terminar con la dictadura de al-Assad” (de hecho todo Oriente Medio está gobernado por dictadores, dinastías familiares o señores de la guerra) o “terminar con esta tragedia humanitaria” (cuando de hecho la mayor catástrofe humana en la historia reciente es y continúa siendo generada por la guerra de Yemen y es cubierta mediáticamente de forma muy tímida y ocasional). Estos analistas también se burlaron de las capacidades militares rusas y pusieron en duda que éstas pudiesen cambiar la balanza de poder en el Levante para favorecer al gobierno central de Damasco. La implicación de tan gran número de países, con los del Golfo empleando miles de millones de dólares y apoyando la ideología yihadista y su causa a nivel nacional, y el ofrecimiento de apoyo global armas, entrenamiento y medios de comunicación de todo el mundo facilitaron a cualquier observador darse cuenta de cuán desproporcionada era la batalla que se estaba librando.

El caso es que los analistas se equivocaron, no por el hecho de que muchos de ellos nunca han estado en una zona de guerra o tan siquiera han pisado Oriente Medio y probado sus guerras. Ellos estaban lanzando su propia guerra, y expresando sus deseos desde sus cómodos escritorios en Washington o desde donde fuese. Estos expertos infravaloraron totalmente la determinación de Siria y sus aliados de derrotar a los terroristas wahabitas. Se trataba de una simple cuestión de existencia. Los yihadistas pretendían ir más allá y destruir otra sociedad multicultural y multiétnica en Oriente Medio. La determinación rusa de saltar a la arena mundial a través de la ventana siria, con su propia determinación para ganar fue imprevista y subestimada.

De este modo Moscú ha sorprendido al mundo con sus desarrolladas y modernas capacidades militares, introduciendo modernos cazas y bombarderos, misiles de largo alcance, y sobre todo apoyada por sus habilidades diplomáticas, ofreciendo estructuras para la paz incluso cuando atacaba a los yihadistas y sus aliados.

Putin introdujo una nueva diplomacia, no mencionada en “El Arte de la Guerra” de Sun-Tzu, imponiendo las conferencias de Astaná, adelantando a las de Génova, donde se las arregló para dividir a todos los beligerantes, y ciudades bajo el fuego, aislándolos y deteniendo la guerra en la mayoría de estos casos y lugares, para que el Ejército Sirio y sus aliados pudiesen ir liberando una ciudad detrás de otra. Rusia sabía que los padrinos de los yihadistas y sus padrinos no se rendirían fácilmente y que violarían cualquier alto el fuego acordado en Astana.

Toda la “Siria útil” (Damasco, Rif Damasco, Homs, Hama, Lattakia, Tartus, Aleppo, al-Suweida ‘, Daraa y Quneitra donde se llevan a cabo las últimas batallas) ha sido liberada, y solo el norte, ocupado por Turquía y Estados Unidos, permanece fuera del control del gobierno central de Damasco, ya que la batalla por el Sur está a punto de terminar.

En el norte y al este, el control americano de la provincia al-Hasaka y  del cruce fronterizo entre Siria e Iraq en al-Tanaf no molesta a los planes rusos en el Levante. Tan lejos como concierne a Putin, el presidente Trump no tiene nada que ofrecer o intercambiar en Siria para tentarle a negociar… Puede dar los ocupados Altos del Golán, no a él directamente, sino a su aliado sirio, el presidente Assad.

Rusia controla la costa mediterránea, uno de los más grandes y prometedoras reservas de gas de Oriente Medio. También controla la Estepa Siria, rica en gas y petróleo. Rusia ha firmado con Damasco un acuerdo de 49 años que garantiza su presencia en las calidas aguas del Mediterráneo en Tartous, y la vasta mayoría del territorio sirio está controlada por el Ejército Sirio.

Además, Putin ha jurado eliminar a todos los yihadistas, incluyendo a Al Qaeda, asentada en Idlib bajo ocupación turca, si el presidente Erdogan no cumple su propio compromiso del acuerdo de Astana (de terminar con Al Qaeda en Siria).

Así, Putin está manteniendo la mejor carta para negociar con Trump, los ocupados Altos del Golán. Sin embargo, el presidente americano no tiene ningún poder real para negociar sobre el Golán, simplemente porque Israel no está preparado para renunciar al territorio sirio que lleva ocupando desde 1973.

No obstante, a Trump le gustaría poder agradar a sus socios árabes mediante la limitación de la influencia de Irán en Oriente Medio. Trump está intentando dominar Irán, una práctica que ha fallado siempre desde la llegada de Khomeini al poder y la victoria de la Revolución Islámica en 1979. Los socios favoritos de Irán son los europeos, los rusos y los asiáticos tras la firma del acuerdo nuclear, a pesar de que fue Estados Unidos quien presionó a sus socios para acabar con el embargo a Teherán durante la era Obama. Washington, como de costumbre, querría agradar a Tel Aviv, deseoso de ver salir de Siria a todos los asesores iraníes y aliados de Siria.

Por lo tanto, en caso de que Trump quisiese negociar sobre la presencia iraní, el presidente al-Assad ha acordado con sus aliados que “no le importaría ver a los asesores iraníes marcharse de Siria, siempre que Israel devuelva los Altos del Golán ¿Puede Trump actuar como intermediario y negociar dicho acuerdo? Hay muchas dudas al respecto.

En 1975, Helsinki acogió el acto final de la conferencia de seguridad y cooperación en Europa, un paso para reducir las tensiones de la Guerra Fría. También ha acogido una cumbre entre Bush y Gorbachov en 1990 durante la guerra entre Iraq y Kuwait. Además, en 1997, una cumbre entre Clinton y Yeltsin donde Estados Unidos amplió la OTAN. Hoy lunes, está recibiendo una cumbre entre el experto en judo e inteligencia Vladimir Putin, y su homólogo Trump, novato en política e ignorante en geografía (que no supo si estaba bombardeando Iraq o Siria cuando el ataque al aeropuerto militar de Shuay´rat).

Es un tiempo crítico para el presidente estadounidense, que parece haber perdido a sus tradicionales socios europeos, ha ganado el miedo de sus socios árabes, y ha declarado una guerra comercial a China y arancelaria al resto del mundo, y está enfrentándose a la colaboración ruso-china-iraní en muchos acuerdos económicos y energéticos.

Trump no tiene nada que ofrecer en Siria e Iraq y uno se pregunta ¿Que es lo que va a sacarse de la chistera en Helsinki? ¿Que más aparte de reunirse con Putin, a quien admira, estrecharse la mano con él, y convertirse en el centro de atención mundial durante unas horas?

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