
Por Elijah J. Magnier:
Tras la retirada de Estados Unidos de Afganistán y su fracaso en la consecución de sus objetivos, comienza una nueva era en Oriente Medio tras décadas de guerras, con la negociación indirecta entre Estados Unidos e Irán que tendrá lugar en Qatar. La elección del país es muy significativa. Conlleva varios mensajes, principalmente porque en Oriente Medio se ha producido una de las luchas más encarnizadas entre Estados Unidos e Irán desde que la “República Islámica” tomó el control del país. La reunión en el Golfo es un mensaje iraní a Occidente de que las naciones de Oriente Medio pueden resolver sus problemas entre ellas, sin amenazas ni soluciones militares, y que pueden utilizar la diplomacia con eficacia.
De hecho, no es ni mucho menos una coincidencia que puedan celebrarse conversaciones entre dos enemigos acérrimos que llevan en guerra desde 1979. La animosidad entre los dos países está lejos de terminar. Sin embargo, se espera que se frene hasta que firmen el acuerdo nuclear, un acuerdo que puede ser potencialmente revocado o modificado por cualquier presidente estadounidense ahora y en el futuro.
Doha trabajó discretamente durante mucho tiempo entre los dos países en un intento de eliminar las diferencias o al menos encontrar un terreno común. El emir catarí Tamim Ben Hamad Al-Thani viajó a Teherán el mes pasado y se reunió con los dirigentes iraníes para suavizar las cuestiones no resueltas relacionadas con el acuerdo nuclear y entre Irán y los demás países del Golfo. La relación entre el Golfo e Israel creó una situación tensa entre los países de Oriente Medio, principalmente cuando Israel filtró información sobre reuniones entre funcionarios israelíes y árabes para contrarrestar a Irán. Asimismo, las conversaciones sobre la “OTAN árabe” y la preocupante información sobre los misiles israelíes desplegados en los Emiratos y Bahrein fueron desmentidas por los países del Golfo afectados, que enviaron un mensaje positivo a Irán a través de diferentes canales, incluidos Qatar e Irak.
Irán recibió todos estos mensajes como un indicio de que los países del Golfo no tienen intención de escalar. Irán estaba inmerso en un acuerdo con Arabia Saudí en el que ambos ministros de Asuntos Exteriores debían reunirse hace unas semanas y reabrir sus respectivas embajadas. El aplazamiento de estos dos pasos ya acordados era una señal de que Arabia Saudí se estaba tomando su tiempo antes de pasar a la normalización de las relaciones diplomáticas con Irán, suspendidas desde 2016.
En 2017, Irán apoyó a Doha, proporcionando alimentos y permitiendo a los aviones y barcos qataríes acceder a su territorio para eludir el bloqueo cuando Arabia Saudí declaró años de embargo a Doha. Además, Teherán anunció en repetidas ocasiones que Qatar es un “país amigo“. Además, a diferencia de Arabia Saudí y Emiratos, Qatar ha apoyado el acuerdo nuclear de 2015 y ha pedido la inclusión de Irán en los acuerdos de seguridad de Oriente Medio. A pesar del anterior enfrentamiento político con Riad, Qatar ha desempeñado un papel delicado con sus vecinos Irán y Arabia Saudí, negándose a tomar partido en su rivalidad y
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