¿Quién impulsó la imagen de Qassem Soleimani y propagó la influencia de Irán en todo Oriente Medio?

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Elijah J. Magnier: @ejmalrai

Traducción: Raúl Jimeno

¿Quién ayudó a que el general iraní, jefe de la brigada de al-Quds, Qassem Soleimani, expandiera su influencia y su círculo de aliados en Oriente Medio? ¿Cómo llegó su nombre a ser tan conocido y su reputación llegar tan lejos?

Detrás del éxito de Soleimani encontramos, en primer lugar, el establishment de los Estados Unidos, y en segundo lugar, Europa y Arabia Saudí. La invasión estadounidense de Irak en 2003 ofreció en una bandeja a Irán la cabeza del jefe de su enemigo más feroz, Saddam Hussein, creando el espacio necesario para que Irán pueda restablecer sus vínculos con Mesopotamia. Además, la guerra en Siria ha llevado la relación entre Teherán y Damasco a nuevas cotas cuando el presidente Assad solicitó el apoyo de la República Islámica para evitar el cambio de régimen promovido, financiado y defendido por los Estados Unidos y Europa (con el apoyo total de Arabia Saudí, Qatar y Turquía). Más tarde, los altercados en Gaza borraron las diferencias entre el Eje de la Resistencia y Hamás, una vez más mejorando la posición de Soleimani. Y por último, pero no menos importante, la guerra de Arabia Saudí en Yemen empujó a los hutíes a los brazos del único país que los apoyó, y les proporcionó las herramientas para soportar casi cuatro años de guerra genocida: Irán. ¿Qué más podría pedir Soleimani? ¿Es, de hecho, el hombre más fuerte de Irán, como se cree en Occidente?

Contrariamente a lo que algunos expertos parecen creer, Soleimani no es el general más poderoso de Irán. El oficial superior directo de Soleimani es el General de Brigada Mohammad Ali Jafari. Soleimani es parte del IRGC (Los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria de Irán) y no tiene fuerzas bajo su mando en Irán. Implementa las políticas tal como le son dictadas y forma parte del aparato de seguridad de su país, con un equipo de asistentes que lo ayudan a lidiar con los aliados de Irán, principalmente con actores no estatales.

Hay muchas personalidades militares y otros organismos de seguridad más importantes que Soleimani en la República Islámica de Irán. Sin embargo, debido a que él es el jefe de la brigada al-Quds, a cargo de la financiación, capacitación y organización de aliados fuera de Irán, Soleimani ha alcanzado gran popularidad. Después de muchos años tras la invasión estadounidense de Irak, pocas personas, incluso entre los aliados de Irán, habían conocido a Soleimani o escuchado su nombre. Pero a los iraquíes les resulta difícil ser discretos y, por lo tanto, han difundido su nombre y sus movimientos y encuentros en el extranjero. De hecho, las mejoras en la relación con varios grupos iraquíes comenzó después de la batalla de Najaf en 2004.

Ha sido en esta última década cuando Irán comenzó a enviar mensajes al establishment norteamericano, llevando la atención de los medios hacia Soleimani. El general posó en fotos por todas partes para decir “Irán está aquí”. En el Líbano, cuando Soleimani visita a un personaje público, un equipo de guardaespaldas cubre toda la zona, incluida la parte superior de los edificios. Este no es el caso en Irak o Siria, donde el acceso al general iraní es menos complicado.

A Occidente le encanta tener un nombre, una foto y una persona como objetivo a quien atribuirle todo. Se trata de etiquetar más que de saber. Esto es lo que Occidente hizo en los años 80 con Imad Mughnniyah, atribuyéndole a él, y solo a él, la responsabilidad de hechos que incluso Superman no podría haber llevado a cabo solo. Imad se hizo famoso después de su visita a Francia para negociar el destino de algunos rehenes franceses en cautiverio en el Líbano.

¿Dónde ha tenido éxito Soleimani y dónde ha fallado?

El objetivo del General iraní es vigilar el estado del “Eje de la Resistencia” y fortalecer este eje (en Líbano, Siria, Irak, Palestina y Yemen). Sin embargo, Soleimani es parte de una organización dentro de las filas del IRGC iraní, y no tiene su propio proyecto o planes. Su fama se debe a varios factores, pero sobre todo a la política fallida del establishment de los Estados Unidos en Oriente Medio, y la considerable capacidad de Irán para cabalgar sobre los Estados Unidos y beneficiarse de sus errores.

En el Líbano, los chiítas adoptaron la causa palestina en los años 70 y lucharon contra la invasión israelí en 1982 antes de que Soleimani llegara al poder. Habían muchos grupos iraníes operando en el Líbano, liderando diferentes facciones divididas. Hezbolá no se unió hasta 1992, cuando Sayyed Hassan Nasrallah asumió el liderazgo. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Irán, el Ministerio de Ittilaat de Irán, el IRGC y la organización de Seguridad Nacional de Irán participaron en el apoyo a los aliados de Irán (¡los oprimidos siempre están dispuestos a aceptar la “Revolución Islámica!”). Hezbolá como proyecto, a los ojos de Irán, fue un éxito. Los chiítas del Líbano se han convertido en los mejores combatientes de Oriente Medio y han recibido todo su entrenamiento de Irán. Aunque también han acumulado una gran experiencia de las distintas fuerzas israelíes (Shayetet 13, brigada OZ, SayeretvMatikal 269, Mossad…) que operaron en el Líbano contra ellos y también de los siete años pasados en Siria, más algunos años en Irak. El Hezbolá libanés de hoy en día es generalmente considerado como una creación de Irán.

En Mesopotamia, Soleimani pensó que podía crear un parecido Hezbolá-Líbano cuando Moqtada al-Sadr se enfrentó a la ocupación estadounidense de su país. Estaba equivocado porque no tuvo en cuenta el orgullo personal. Aunque Moqtada aceptó formar Asaeb Ahl al-Haq y envió a sus oficiales a formarse a Irán y a el Líbano, el mismo Moqtada rechazó todos los dictados que venían de Soleimani.

El general iraní tenía una posibilidad: formar varios grupos dispuestos a separarse de Moqtada y continuar por el camino de la resistencia contra las fuerzas de ocupación estadounidenses. Moqtada empezó a disminuir su acción, no estaba dispuesto a continuar la lucha armada contra los estadounidenses y menos aún después del arresto de su teniente Kais al-khaz’ali. Soleimani recibió con los brazos abiertos al jeque Akram al-Ka’bi, el asistente de Khaz’ali, para continuar los ataques contra las fuerzas estadounidenses y luego formar un grupo independiente llamado Harakat al-Nujaba”.

En 2011, el poder de Irán se estaba desvaneciendo en Irak. Los políticos iraquíes estaban ocupados luchando por el poder en Bagdad y la población, carente de las necesidades básicas e infraestructura, era rebelde. Los iraquíes mantuvieron el cordón umbilical con Teherán para formar el próximo gobierno, ya que los iraquíes eran incapaces de llegar a un acuerdo sin la mediación externa. Teherán quería una frontera abierta con Irak durante las sanciones estadounidenses y Mesopotamia se lo ofreció a Persia… hasta el día en que ISIS (el “Estado Islámico”) ocupó Mosul.

Los EE.UU. vieron al ISIS crecer y lo consideraron un “activo estratégico de los EE.UU.”, lo que permitió que este prosperara en Irak y se expandiese hacia Siria. Permanecieron en alerta durante los primeros meses. El ejército iraquí tenía miedo y escapaba: un escenario ideal que permitía a los Estados Unidos dividir a Irak (Kurdistán en el norte, Sunnistán en el Medio y Shiistán en el sur).

Irán se movilizó rápidamente y envió a sus instructores, también enviaron armas y municiones al gobierno central en Bagdad y a Erbil (Kurdistán). El primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki, contactó con el secretario general de Hezbolá, Sayyed Hassan Nasrallah, y le pidió que enviara a sus instructores más experimentados. Nasrallah, no solo creyente en Welayat al-Fakih sino también en Sayyed Ali Khaminei como su Marja ‘al-Taqleed, buscó una bendición religiosa por su decisión de enviar combatientes a Irak (y Siria) no de Soleimani, sino de una autoridad religiosa. De hecho, según el Islam, la responsabilidad de que un miembro musulmán de Hezbolá de ser herido o de acabar muerto debe recaer en una alta autoridad religiosa (independientemente de su nacionalidad) en lugar de en un comandante militar iraní.

El Gran Ayatollah Sistani llamó a Jihad (Jihad Kifa’ei) y dio a luz a Hashd al-Shaabi, la fuerza de movilización popular. Lo hizo por su cuenta, ajeno a Irán, ya que tiene el poder religioso para pronunciar un veredicto de este tipo y le correspondía a la población, o a sus seguidores, cumplir o no la llamada. Esta fuerza de Hashd estaba compuesta principalmente por voluntarios y miembros del grupo con alguna experiencia en la lucha. Irán se adelantó para equiparlos y entrenarlos, junto con Hezbolá. Esta fue una decisión de Sayyed Ali Khamenei, no de Soleimani.

ISIS fue frenado a las puertas de Bagdad y Karbala (vinculado a la provincia de Anbar, un bastión de ISIS). Sólo entonces el establishment estadounidense decidió intervenir. El objetivo de Estados Unidos de dividir Mesopotamia sirvió a los intereses de Irán, porque el crecimiento de ISIS le dio a Irán la oportunidad de entrenar a muchos grupos iraquíes similares a Hezbolá y de involucrarse más en Irak.

Teherán acumula sus éxitos, registrando una victoria tras otra, gracias a la fallida política estadounidense en Oriente Medio. Mientras tanto, los Estados Unidos se quejan de la interferencia iraní en el Levante y Mesopotamia y piden su retirada. El éxito de Irán es el éxito de un país, un sistema y una política, y no de un solo hombre.

En Irak, Soleimani fue maltratado, socavado y, también, humillado durante todo el mandato del Primer Ministro Haidar Abadi. El primer ministro no dudó en criticar abiertamente a Soleimani, a través de los medios de comunicación, acusándolo de falsas victorias contra ISIS, y rechazando la afirmación de que el general iraní orquestó el exitoso regreso de Kirkuk al control del gobierno central en Bagdad.

La disputa entre los dos comenzó en 2014, cuando Soleimani trabajó arduamente, pero fracasó, en su intento de llevar a otro candidato al puesto de primer ministro. Fue el Gran Ayatollah Sistani quien arruinó los planes de Soleimani e insistió en presentar a sus dos candidatos favoritos, Nuri al-Maliki e Ibrahim al-Jaafari, para el puesto. Sayyed Sistani siempre ha estado en contra de la interferencia de Irán (y Hezbolá) en Irak: aunque se ha reunido en Irak con Soleimani y con el representante de Hezbolá él nunca ha unido su autoridad a la de Irán.

Otro evento (entre muchos otros) del que he sido testigo fue cuando Soleimani le preguntó a su principal aliado en Irak, Hadi al-Ameri (líder del grupo BADR que luchó durante la guerra entre Irán e Irak entre los rangos del IRGC, un orador farsi, respetado por todos los líderes políticos y militares de Irán), para unirse al Primer Ministro Haidar Abadi en una coalición para la elección de un nuevo parlamento (un Presidente y un Primer Ministro). Al-Ameri, incluida toda la coalición de al-Fateh (que solo tiene a los aliados más cercanos de Irán), rechazó la solicitud de Soleimani, y esto a pesar de su enfado y amenazas.

Teherán recuperó el pulso en el país y ganó el apoyo de la mayoría de los grupos, tanto chiítas como no chiítas, cuando de forma irresponsable el Primer Ministro Abadi se ofreció como voluntario para acatar las sanciones unilaterales de Estados Unidos a Irán. Ese fue el final de la carrera de Abadi y una bendición para Soleimani, quien, como un fénix, se benefició de la posición firme de Irak. De hecho, el pueblo y los políticos iraquíes no se opusieron a Soleimani, sino que se opusieron a las sanciones de Estados Unidos contra Irán. Los iraquíes han sufrido crueles sanciones estadounidenses (alimentos por petróleo) donde han muerto cientos de miles, y se niegan a ver a su vecino, Irán, que atraviesa las mismas dificultades ahora que Mesopotamia ya no está bajo la dictadura de Saddam Hussein ni bajo la hegemonía estadounidense.

En Siria, Irán se apresuró a detener el cambio de régimen. Sayyed Nasrallah, una vez más, visitó Irán para buscar el consentimiento religioso de Sayed Ali Khamenei. Hezbolá e Irán lucharon codo con codo. Irán asignó un gran presupuesto para que Hezbolá opere en Siria. Además, Irán ha invertido decenas de miles de millones en Siria para pagar los sueldos del ejército y de varias instituciones y para suministrar petróleo al gobierno sirio, suministrando armas y hombres. Esa no fue la decisión de un solo hombre, sino de la República Islámica apoyando a su aliado sirio. Irán triunfó con sus aliados y los conspiradores por el cambio de régimen fracasaron. Ahora, EE.UU. e Israel están pidiendo la retirada inmediata de las fuerzas iraníes de Siria, que intentan dictar las condiciones a pesar de que son ellos quienes han fallado y, por lo tanto, han creado esta oportunidad para que Irán se mueva al Levante como lo ha hecho hoy.

Por lo tanto, sería erróneo creer que un solo hombre como Soleimani está detrás del éxito del “Eje de la Resistencia” en el Líbano, Irak, Siria, Yemen y Palestina. Occidente ha hecho famoso a Soleimani y el liderazgo iraní ha entrado al juego, colocando a Soleimani como una figura principal frente Pompeo, secretario de Estado de los Estados Unidos, e incluso frente al presidente Donald Trump. Es un mensaje persa astuto y sutil, una forma de decirle al presidente más poderoso del mundo y a su secretario de Estado: “este es su nivel: ¡un comandante militar dentro del cuerpo de IRGC! Ustedes simplemente no están a la altura de reunirse con nuestros líderes”. De hecho, cuando Trump rescindió el acuerdo nuclear de Estados Unidos con Irán y otros países, el CGRI le dijo en ese momento al presidente Hassan Rohini: “No responda a ese hombre (Donald Trump). Él no está a tu nivel, es un personaje de discoteca, sin ningún tipo de moral. ¡Déjenos a nosotros tratar con él!”

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