Después de la explosión: una preparación para el retorno a la normalidad y a convivir con el Covid-19

Por Elijah J. Magnier: @ejmalrai

Es probable que ningún país en el mundo se salvará, y que cada uno de ellos, con la excepción, tal vez, de China, Corea del Sur y algunos países asiáticos, se encuentren a la espera de alcanzar el nivel de “explosión”, el pico que representa el punto más alto de la tasa de muerte por Covid-19, conocido como Coronavirus, luego del cual la curva de nuevas víctimas comenzará a descender. Es en ese momento que los líderes mundiales tendrán que tomar la decisión para que la mayoría de las sociedades retomen la normalidad, a pesar de que el virus todavía estará presente por muchos meses por venir. Todavía serán aconsejados procedimientos preventivos sanitarios de alto nivel y el distanciamiento social, particularmente entre los mayores y las personas más afectadas, pero la economía necesita retornar a su curso regular más pronto que tarde, a pesar de las enormes pérdidas en vidas. 

El 10 de marzo, el presidente chino, Xi Jinping, visitó la ciudad de Wuhan, en la provincia de Hubei, el centro del brote de coronavirus, y declaró que estaba bajo control: “se alcanzó el éxito estabilizando la situación y volteando la marea en Hubei y Wuhan”, dijo. El presidente chino nunca habló del final del virus sino de que el Covid-19 estaba bajo control. China aceptó sus víctimas y será capaz de lidiar con el flujo de nuevos casos mientras que no seguirá siendo objeto de inundación de casos severos emergentes, remitidos con urgencia a hospitales, abrumando al personal médico. 

De hecho, esto es lo que los líderes europeos tendrán que decidir entre el mes de mayo (para algunos negocios cruciales para la economía) y el mes de junio (para los demás). Dependerá de cuáles países alcancen el nivel de explosión del coronavirus y comiencen a disminuir la curva para alcanzar niveles por debajo de la docena de víctimas al día, en vez de miles y cientos, como ocurre en este momento en Estados Unidos y Europa. 

Los gobiernos no pueden costear el daño irreparable a sus economías domésticas y tendrán que hacer un llamado de regreso a la productividad. La población no puede costearse el estar en casa por tantos períodos de cuarentena de dos semanas. Este es el tiempo inicialmente impuesto sobre la población desde el comienzo, regularmente renovado hasta reducir el número de víctimas. 

Las pérdidas de ingresos para familias e individuos hasta ahora se estiman entre los 860 mil millones y los 3.4 billones de dólares en todo el mundo. Las de la industria del viaje se estiman entre los 30 y 60 mil millones de dólares. Las de comercio de bienes y servicios llegarán a los 320 mil millones trimestrales debido a la alteración comercial. 

Mucha gente depende de ingresos por trabajos de medio tiempo con pocos ahorros y fueron tomados por sorpresa por esta crisis pandémica. Pero las sociedades estarán felices de volver al trabajo con el Covid-19 rondando y convivirán con ello. La razón es sencilla: no habrá medicamento disponible antes de finales de 2020. Por lo tanto, no tendrá ningún sentido el imponer cuarentenas sin fin que duren hasta que se encuentre una solución al coronavirus, aún más cuando la mayoría de los científicos estimen que entre el 80 y el 85% de la población se infectará, pero que no están al tanto o solamente manifiestan síntomas moderados. Estos tienen un sistema inmunológico capaz de combatir el virus y pueden regresar a ser productivos en sus respectivas sociedades. Luego de haber enfrentado y lidiado con el tsunami de casos precipitándose a los hospitales, el personal médico, luego de restarle velocidad al número de casos, será capaz de ofrecer apoyo a las nuevas personas infectadas. 

Los viejos y los jóvenes, y las personas con un historial médico crítico (obesidad, ataques cardíacos, colesterol, infecciones pulmonares, hipertensión y sistemas inmunológicos inadecuados) se les pedirá que todavía minimicen sus movimientos. A sus familiares y amigos también se les recomendará tomar las precauciones necesarias cuando se encuentren con ellos y con aquellas personas propensas al virus para evitar contribuir a su transmisión. Los gobiernos tendrán tiempo para proveer de suficientes exámenes para la totalidad de la población y mejorar los sistemas y equipos médicos para evitar futuras inundaciones hospitalarias y el agotamiento del personal (que es lo que está ocurriendo hoy en día en muchos países cuando alcanzan la explosión de propagación del virus).

El aprendizaje a distancia y el trabajo desde la casa será desarrollado: es muy probable que el mundo se exponga a otros futuros virus o el regreso del Covid-19 antes de que se descubra un antídoto. Imponer cuarentenas con cada nuevo virus significará que la población pasará años en sus hogares: la economía nunca se recuperaría.

Durante la propagación de la pandemia, la gente reconoció que sus seres queridos estaban muriendo, o morirían, y muy poco se podrá hacer para derrotar a ese virus desconocido. También, debido al temor por sus propias vidas, la gente se ha visto forzada a aceptar el hecho de que su sistema médico nacional los abandonó, incluso en las sociedades occidentales más avanzadas (Europa, Canadá, Australia y los Estados Unidos) o en cualquier otro continente. La población lidia con la posibilidad de no ser capaces de estar presentes en los funerales para despedir y enterrar a sus familiares, al temer por sus propias vidas. Y el presidente Donald Trump cree que la perspectiva de 200.000 estadounidenses muertos por Coronavirus representaría “un buen trabajo” para su administración al contener la pandemia. 

Una vez que amaine la tormenta, la gente querrá preguntarle a sus propios líderes por su desempeño y el fracaso de planificarse para los peores escenarios. Las sociedades criticarán las razones que se ofrecieron para explicar por qué no se hicieron disponibles suficientes exámenes para todo el mundo lo suficientemente rápido para evitar el deterioro de todos los casos individuales. Es cierto que ningún país estaba preparado para un tsunami: miles de casos con sistemas inmunológicos débiles siendo llevados en simultáneo a los hospitales. Tampoco ningún hospital del mundo podría proveer de suficientes camas para acomodar a decenas de miles de casos. Hubo escasez de respiradores para poder responder a los números involucrados y salvar vidas. 

Estas deficiencias tuvieron que ser aceptadas durante el estallido. Sin embargo, muchos líderes tendrán que hacerse responsables e incluso caer, una vez que se disipe el pánico. Es sencillamente inaceptable que países desarrollados inviertan miles de millones en guerra, en librar guerras en el extranjero o invirtiendo en enviar tropas hacia fuera, pero fracasaron en equipar, mantener y dinamizar sus propios sistemas sanitarios nacionales. Esta “estrategia económica” los hace responsables de la muerte de miles de personas. 

No se espera que Europa permanezca dividida, pero el virus ha creado daños colaterales. Países miembros de la Unión Europea (UE), como Italia, aprendieron una buena lección y ya no pueden ver a China y Rusia como enemigos. En momentos de necesidad, estos países, incluyendo a Cuba, se apresuraron a ayudar a Roma incluso a pesar de que el gobierno italiano le haya impuesto sanciones a Moscú. La “nación más poderosa del mundo”, los Estados Unidos, fracasaron en cumplir su papel y no respondieron a las necesidades de sus supuestos aliados en el continente europeo hasta muy tarde. Francia y Alemania esperaron semanas antes de apoyar a Italia, el país más impactado después de China y fue abandonado mientras más lo necesitaba, cuando pasaba por el ojo de la tormenta. Sergio Mattarella, el presidente italiano, le pidió a la UE corregir su comportamiento antes de que a sus instituciones les ocurrieran daños irreparables porque Italia fue abandonada a su suerte para enfrentar la explosión de la pandemia. 

China y Rusia, ambos, están saliendo como ganadores. Incluso si fueron pocos los italianos que se grabaron alzando la bandera china y bajando la europea, China no se está ofreciendo como sustituta a la hegemonía estadounidense, sino como un socio estratégico. Rusia, igual que China, apuntó a los corazones de la población y al parecer no tienen una política de dominación comparable a la de los Estados Unidos. El Kremlin ofreció su ayuda (100 virólogos y toneladas de suministros médicos a Italia) de forma incondicional, y Roma no fue presionada para que levantara las sanciones. 

En contraste con eso, Estados Unidos se negó a ayudar a Europa las primeras semanas del brote, imponiéndole nuevas sanciones a Irán en el medio de la pandemia, y ofreciendo una recompensa de 15 millones de dólares por el presidente venezolano, Nicolás Maduro, y amenazando con librar una guerra contra las fuerzas de seguridad iraquíes de Kataib Hezbolá. No hubo compasión humana de los Estados Unidos hacia sus oponentes, como Irán, severamente golpeado por la pandemia. La actual administración guerrerista de los Estados Unidos es incapaz de cambiar o de expresar compasión alguna por otros seres humanos. No pueden ver, comprender o adaptarse al hecho de que el enemigo es global y no distingue.

Por lo pronto no estará disponible un antídoto para el Covid-19. Pero existen pocas dudas de que los gobiernos tomarán distintas formas de aproximarse a la preparación médica en el futuro. Es igual de seguro que las alianzas se reorganizarán y que la dominación mundial no será la misma cuando los gobiernos retomen el control después de la pandemia. El mundo antes del Covid-19 no será el mismo que después de él. El virus vivirá entre nosotros, esperando en silencio por los meses y años por venir. 

Traducción: Diego Sequera

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