Irán rechaza la “cirugía estética” iraquí-estadounidense. Sin embargo, la cooperación entre Estados Unidos e Irán no es imposible 5&6

Irak, por Elijah J. Magnier

Traducido por Eli C. Casas

Irán respondió a los planes expansionistas de Estados Unidos en Oriente Medio ampliando su apoyo al gobierno sirio, considerándoloun aliado estratégico, como a Hashd al-Shaabi en Iraq, a los Houthis en Yemen, a Hezbolá en Líbano y a organizaciones palestinas en Gaza. Estados Unidos formó un anillo de bases militares alrededor de la República Islámica, e Irán formó otro anillo más grande, capaz de golpear a Estados Unidos y a sus aliados y socios más cercanos en Oriente Medio. Irán aprendió a sacar provecho de la presencia de las fuerzas estadounidenses en decenas de bases en Oriente Medio, transformando la amenaza en una oportunidad, añadiendo estas bases estadounidenses a su banco de objetivos. Las fuerzas estadounidenses en los portaaviones que navegan en el Estrecho de Ormuz se convirtieron en blancos fáciles para los misiles de precisión y los drones armados de Irán en caso de guerra. Además, laarmada de EE.UU. ya no representa una amenaza para Irán como solía ser en años pasados. Las sanciones impuestas por Estados Unidos a Irán durante décadas fueron extremadamente duras. Sin embargo, estas sanciones obligaron a Irán a consolidar su relación con China y Rusia y a ser más independiente en su producción interna, confiando en sus propias capacidades en todos los ámbitos civiles y militares. Irán ya no depende de la producción y venta de petróleo en su presupuesto anual, ni de la importación de la mayoría de sus bienes, a diferencia de tantos países de Oriente Medio que dependen de la importación y del petróleo.

Irán está en condiciones de suministrar petróleo y alimentos a sus aliados en el Líbano debido a la escasa presencia geográfica de Hezbolá en los suburbios de Beirut, el valle de la Beqaa y el sur del Líbano. Hezbolá abrió recientemente almacenes y supermercados con descuentos del 30 al 35 por ciento en todos los productos, alegando que está suministrando raciones de alimentos a más de 100.000 familia,s y que está dispuesto a asumir una cuota mayor. Irán ha suministrado grandes cantidades de alimentos y suministros médicos a sus aliados en Líbano para que los gasten a discreción de Hezbolá. Por lo tanto, la política financiera de Estados Unidos, de matar de hambre al Líbano, aunque afecta a la mayoría de los libaneses, ataca principalmente a los aliados de Estados Unidos en el país.

No obstante, Irán no está en condiciones de mantener un flujo continuo de bienes y finanzas tanto para el gobierno sirio como para el iraquí si Irak queda bajo sanciones. Siria sigue sufriendo las duras sanciones europeas y estadounidenses. Sin embargo, tras once años de guerra, aunque la población se esfuerza, ha aprendido a vivir con lo estrictamente necesario.

En Irak, el enfoque es diferente. La población iraquí aún tiene vivo el recuerdo de las sanciones de Estados Unidos a Saddam Hussein (programa “petróleo por alimentos”) y no está dispuesta a vivir de nuevo bajo esas condiciones. La razón por la que menciono aquí la posibilidad de imponer sanciones a Irak se debe a que Estados Unidos amenazó a los funcionarios iraquíes con imponer sanciones si alguna vez las tropas estadounidenses se veían obligadas a abandonar el país.

El petróleo supone el 90% del presupuesto iraquí. Los ingresos del petróleo pasan por el Banco de Nueva York, lo que permite a Estados Unidos controlar totalmente a quién puede pagar Irak su propio dinero: requiere la aprobación de Estados Unidos, en particular para que Irak devuelva su préstamo de 7.000 millones de dólares a Irán para el suministro de electricidad que Teherán asume con respecto a muchas ciudades iraquíes.

Funcionarios iraquíes de todas las tendencias, suníes, chiíes y kurdos, consideran que la caída del primer ministro Adel Abdel Mahdi se debió, en primer lugar, a su acuerdo multimillonario con China y a su petición al Parlamento y al gobierno estadounidense de retirar todas las fuerzas del país. Además, los funcionarios estadounidenses amenazaron a los funcionarios iraquíes con que cualquier acuerdo comercial entre Irak y una empresa europea, rusa o china desencadenaría el descontento de Estados Unidos y amenazaron con posibles sanciones sobre dichos acuerdos.

El temor a la reacción de Estados Unidos está ejerciendo una presión psicológica sobre los funcionarios iraquíes, que intentan encontrar una forma de evitar la ira de los estadounidenses. Por eso, grupos políticos, incluso los cercanos a Irán, han planteado la idea de una “OTAN europea” siendo plenamente conscientes de que EE.UU. se camuflará bajo otra etiqueta, pero permanecerá en Irak. ¿Aceptará y acatará Irán estas preocupaciones iraquíes? ¿Cuál es la posición de la resistencia iraquí?

Los políticos iraquíes cercanos a Washington consideran que la decisión vinculante del parlamento de solicitar la salida de todas las fuerzas extranjeras de Irak no es constitucional, con el argumento de que fue el propio gobierno iraquí quien inicialmente había firmado un acuerdo con las fuerzas estadounidenses para permanecer en Irak. Se refieren a los ex ministros de Asuntos Exteriores Hoshyar Zebari (2004-2014) e Ibrahim al-Jaafari (2014-2018), que pidieron la intervención de Estados Unidos en dos circunstancias diferentes, tal y como había solicitado el gobierno. 

Sin embargo, los políticos iraquíes están escondiendo la cabeza en la arena: ya no recuerdan que el ex primer ministro Adel Abdel Mahdi, en su carta al Parlamento, pidió la aprobación de éste para solicitar la retirada de todas las fuerzas extranjeras. De hecho, Abdel Mahdi, tras la aprobación parlamentaria de la recomendación del gobierno, envió una carta al mando estadounidense solicitando la retirada de sus fuerzas de combate del país. Por tanto, independientemente de la opinión de los políticos iraquíes, la petición del gobierno y del Parlamento es legal y vinculante. De los 329 diputados, 173 votaron (se necesitan 165 según la Constitución) a favor de la salida de las fuerzas estadounidenses. Se trata de la mayoría chiíta, unos pocos suníes y otras minorías. Independientemente de quién haya votado, el resultado de la votación es democrático y vinculante. Este conflicto está en el centro del debate nacional e internacional, que genera incertidumbre, miedo e inestabilidad. Irak quiere evitar ser un ring de boxeo donde Irán y Estados Unidos diriman sus diferencias.

Por primera vez desde que el presidente Joe Biden asumió el poder, Irak y Estados Unidos celebraron una reunión para acordar un calendario de retirada de las tropas de combate estadounidenses. La declaración conjunta fue redactada de forma diplomática y cuidadosa. En ella se indica cómo EE.UU. ayudará a Irak a poner en marcha proyectos energéticos y a mejorar el suministro eléctrico del país, proyectos que China ha ofrecido, asegurándose de que no haya lugar en Irak para empresas no estadounidenses. Hay que tener en cuenta que EEUU, bajo el mandato de Donald Trump, creó un vínculo entre Irak, Jordania y Arabia Saudí para que suministren electricidad al primero,  evitando que más ingresos vayan a Irán.

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La reunión entre Estados Unidos e Irak no estableció un calendario claro para la retirada de Estados Unidos, asegurando que las fuerzas estadounidenses están en Irak “por invitación del gobierno iraquí”, cuando en realidad el gobierno de Abdel Mahdi pidió a estas fuerzas que se fueran, una decisión, como he explicado antes, respaldada por el Parlamento. Además, la declaración conjunta permite una gran flexibilidad para que las fuerzas estadounidenses permanezcan en Irak, ya que les ha encomendado la facultad de “redesplegarse, con un calendario que se establecerá en las próximas conversaciones técnicas”. Esto es evidentemente incompatible con la anterior decisión del gobierno, el Parlamento, la resistencia iraquí y los planes de Irán.

No cabe duda de que el voto original de los diputados se produjo como reacción al asesinato por parte de Estados Unidos de los comandantes Qassem Soleimani y Abu Mahdi al-Muhandes, el cual tuvo lugar en la carretera del aeropuerto de Bagdad. Cabe decir que si los iraquíes hubieran esperado varias semanas para votar, y no inmediatamente después del acto de asesinato estadounidense, podría haber sido difícil alcanzar la mayoría de diputados a favor de la retirada estadounidense. Sin embargo, ningún partido político iraquí se atrevería a pedir al Parlamento que volviera a votar sobre esta cuestión. El resultado es que la votación se decidió y ahora los grupos iraquíes cercanos a Irán siguen decididos a que Estados Unidos se vaya, a diferencia de la mayoría de los políticos. Así, los diferentes grupos políticos no están unidos en torno a esta cuestión y entorno a la estrategia a adoptar en relación a la presencia de las fuerzas estadounidenses. Están atrapados en sus propias diferencias.

La otra preocupación de los funcionarios iraquíes es el posible regreso del ISIS a la escena iraquí y el aumento de sus actividades terroristas a gran escala. Los iraquíes acusan a Estados Unidos de estar detrás del apoyo al ISIS. Tengan razón o no, el comportamiento de EE.UU. en Irak ha llevado a esta creencia. El general estadounidense Michael Flynn reveló que la dirección de inteligencia que dirigía en 2010 estaba al tanto de los planes y las actividades de expansión del ISIS, pero optó por no actuar. Acusó al ex presidente Barack Obama de negarse a actuar contra el grupo antes de que se extendiera hacia Siria. Además, los cientos de millones de dólares que Estados Unidos gastó en programas de formación en Siria sirvieron en última instancia para apoyar a los takfiríes yihadistas, que luchaban por el ISIS o por Al Qaeda.

Los funcionarios iraquíes intentan evitar un enfrentamiento con los estadounidenses y buscan la manera de que las fuerzas permanezcan, aunque sea bajo otro título. Muchos piden la salida de las fuerzas de combate y que los instructores militares estadounidenses se queden en Irak. Sin embargo, el ejército estadounidense no ha sido eficaz: entrenaron a las fuerzas de seguridad iraquíes en 2003 hasta 2014, cuando, en el primer enfrentamiento con el ISIS, el ejército iraquí se derrumbó y se dispersó. Esto demostró que el entrenamiento estadounidense no era, ni lo es ahora, suficiente para enfrentarse a una ideología como la del ISIS, y que Irak necesita unas fuerzas de seguridad con una fuerte ideología con la que enfrentarse a los yihadistas. Esta motivación para la lucha no puede ser proporcionada por Estados Unidos, ni por ningún otro ejército occidental, pero sí por Irán en un momento en el que el Hashd al-Shaabi era la única fuerza que se enfrentaba al ISIS y le impedía ocupar la capital iraquí en 2014.

Irak se enfrenta a una situación financiera desesperada y necesita decenas de miles de millones de dólares para reactivar su economía. Irak está convencido de que sólo Estados Unidos, sus aliados y los que están en su órbita (el Banco Mundial) pueden ayudar financieramente al país. Si el gobierno de Bagdad insiste en la retirada de EEUU, los iraquíes creen que las consecuencias son mayores de lo que cualquier gobierno podría asumir.

Los iraquíes ni siquiera se atreven a reactivar el multimillonario acuerdo con China por miedo a enfadar a los estadounidenses. El gobierno de Mustafa al-Kadhemi está lejos de poner en práctica el acuerdo iraquí-chino, y se espera que se posponga al menos hasta la formación del siguiente gobierno, en algún momento del próximo año. Es difícil vislumbrar unas elecciones parlamentarias este año,y lo más probable es que se pospongan hasta la próxima primavera de 2022.

Para Irán, la estabilidad de Irak es importante. El gobierno iraquí no es hostil a Irán (desde luego, tampoco lo contra Estados Unidos) y permite el flujo de mercancías entre ambos países. Irán sigue suministrando a Irak el gas y la electricidad que necesitan muchas ciudades, aunque el gobierno de Bagdad aún no esté autorizado por EEUU a liberar la cantidad que le debe a los iraníes (7.000 millones de dólares).

Todo lo anterior no será tenido en cuenta, por parte de la resistencia iraquí, mientras EEUU haga gala de su política pasivo-agresiva en Oriente Medio, manteniendo sus fuerzas ocupando Siria y aferrándose a las duras sanciones de Donald Trump contra los sirios, los iraníes, y “secando” la economía libanesa. Sin embargo, incluso si el acuerdo nuclear entre Irán y Estados Unidos no está conectado con los otros expedientes en Oriente Medio, un retorno al JCPOA indica una desescalada en Oriente Medio y puede conducir a una ralentización de la retirada de Estados Unidos de Irak. De lo contrario, Irak puede esperar un fuerte aumento de los ataques contra las fuerzas estadounidenses que arrastren a éstas a una escalada y a un enfrentamiento más amplio. Los próximos meses decidirán la dirección que tomará Oriente Medio. Una desescalada en los próximos meses no puede darse por sentada. 

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