La guerra que era inevitable para los dos generales de Sudán: el nuevo golpe de Estado

Escrito por – Elijah J. Magnier:

Sudán pasa el Eid al-Fitr entre el estruendo de las armas y el sonido de asedios mortales, ya que los dos generales están decididos a seguir adelante con la guerra inevitable. El actual conflicto entre los generales Abdel Fattah al-Burhan y Muhammad Hamdan Dagalo (Hemedti) se ha recrudecido hasta el punto de calificarse de nuevo golpe de Estado. A pesar de los numerosos intentos de detener los enfrentamientos entre ambos, ha quedado claro que se trata de una batalla por la supervivencia y el destino de ambas partes, y que el país no puede contener a los dos generales. No es probable que se llegue a un acuerdo estable a largo plazo, por mucho que los influyentes actores regionales o internacionales intenten intervenir para detener los combates. 

El papel de la ONU parece paralizado, y sus 3.000 funcionarios y empleados en Sudán se encuentran atrapados entre dos fuegos. Gran parte de sus propiedades han sido saqueadas y parte de su personal asesinado. Más de 55 de sus 78 hospitales han sufrido graves daños en un país de 45 millones de habitantes. Los enfrentamientos han cogido a la población civil por sorpresa y la han sitiado, afectando al sistema sanitario. Los medicamentos almacenados corren el riesgo de dañarse y perderse debido a los cortes de electricidad y agua y a la falta de personal médico, que no puede desplazarse por el incumplimiento del alto el fuego por ambas partes. 

El país no puede soportar la carga de la guerra, con siete millones de niños privados de sus necesidades básicas. Según Naciones Unidas, al menos 16 millones de personas viven en la pobreza y necesitan alimentos y medicinas. La tasa de inflación mensual es del 200%, lo que erosiona el valor de las compras, y el precio del pan se ha multiplicado por diez.

Aunque se han intentado varios acuerdos de alto el fuego en este conflicto, todos han fracasado, como suele ocurrir cuando luchan actores poderosos. Cabe señalar que este conflicto no es una guerra civil, ya que es entre dos generales que se disputan el liderazgo. No obstante, los países extranjeros pueden tener la sartén por el mango a la hora de imponer un alto el fuego temporal si es necesario evacuar a sus nacionales de los intensos combates en la capital, Jartum, y otras zonas calientes del país.

Hemedti es el comandante de la Fuerza de Apoyo Rápido, considerado el grupo paramilitar más poderoso de Sudán, que opera como complemento del ejército. No tiene educación formal y no forma parte de la clase política de Jartum. Recibió el título de general por su papel en la brigada Janjaweed durante la guerra de 2003-2005 en el sur de Darfur. Hemedti dotó a sus fuerzas de la RSF de una flota de camionetas equipadas con ametralladoras pesadas para luchar en Darfur en 2015. El general Omar al-Bashir, que dirigió el país durante casi 30 años, le trataba como a un hijo. Si Hemedti, el segundo al mando del país, que se ha resistido a integrar a sus aproximadamente 50.000 hombres en el ejército, viera cómo sus fuerzas se fusionan con las militares, marcaría el fin de su dominio en Sudán. Ve en al-Burhan el final de su papel y quiere el país bajo su mando.

Desde su independencia en 1956, Sudán ha sufrido varios golpes de Estado. El primero se produjo en 1958, cuando el teniente general Ibrahim Abboud y un grupo de oficiales se sublevaron contra un gobierno de coalición, dando lugar a una revolución popular que duró cuatro años. En 1969, un grupo de oficiales que se autodenominaba Al-Ahrar (Oficiales Libres), liderado por Jaafar al-Numeiri, dio un golpe de Estado con éxito. En 1971, el oficial Hashem al-Atta intentó un golpe, que fracasó tras la intervención exterior que devolvió a Numeiri al poder.

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