Hezbolá en el Líbano: la hegemonía estadounidense ha terminado

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By Elijah J. Magnier: @ejmalrai

Traducción: Raúl Jimeno

La política del establishment norteamericano hacia el Líbano es inestable y está evidentemente cambiando, gracias a un presidente que carece de conocimientos generales sobre Oriente Medio pero sobre todo del papel de Hezbolá en la región. Parece que el presidente Donald Trump está dispuesto a reducir el apoyo militar al ejército libanés e imponer nuevas sanciones al Líbano, sin saber que está fortaleciendo el Eje de la Resistencia y arrojando al país de los Cedros a los brazos de Rusia e Irán. Mientras Estados Unidos impone nuevas sanciones a Hezbolá sus socios europeos en los últimos meses han mantenido reuniones secretas con los líderes de esa Organización durante las visitas de sus delegaciones oficiales a Beirut.

Estados Unidos está perdiendo gradualmente su hegemonía en Oriente Medio. En Irak, el “Estado Islámico” (ISIS) creció en los primeros meses de su ocupación de Mosul en junio de 2014 bajo la mirada vigilante y complaciente del establishment estadounidense. Washington consideraba a ISIS como un activo estratégico, ajeno a cómo esta política sin escrúpulos sería contraproducente con sus intereses en Oriente Medio. Este hecho alineó a Europa, pero sobre todo a la gente de Oriente Medio, especialmente a aquellas minorías que sufrieron gravemente bajo la tiranía de ISIS. Esta política despiadada de los Estados Unidos desencadenó la creación de Hashd al-Shaa’bi (las Fuerzas de Movilización Popular). Esta fuerza ahora se ha convertido en un miembro esencial del “Eje de la Resistencia” que rechaza la hegemonía de los Estados Unidos y propugna una ideología de independencia con objetivos similares a los de Irán y Hezbolá. Estas fuerzas nacionales generalmente son hostiles hacia Israel y la presencia de las fuerzas estadounidenses en Mesopotamia.

Además, los nuevos líderes iraquíes (el primer ministro Adel Abdel Mahdi, el portavoz Mohamad al-Halbusi y el presidente Barham Salih) han sido elegidos en perfecta armonía con la voluntad de Irán. Si es necesario elegir entre Teherán y Washington, Irak no aceptará sanciones contra el pueblo iraní, independientemente de las consecuencias. Y si Estados Unidos fuerza a Irak con sanciones hacia Irán este perderá Mesopotamia en beneficio de Irán y Rusia. De hecho, Moscú está sentado hoy, junto con asesores militares iraquíes, sirios e iraníes de alto rango, en una sola sala operativa en Bagdad, dispuesto a ocupar el vacío si EE.UU. deja o reduce el apoyo militar a Irak, pero también para asegurarse de que ISIS no vuelva a ocupar ninguna ciudad en Mesopotamia.

En Siria, EE.UU. – y sus socios europeos y árabes – apostaron por el cambio de régimen y se identificaron con una política de destrucción deliberada del Levante con el objetivo de sacar del poder al presidente Bashar Assad. Se dice que solo Qatar ha invertido más de 130 mil millones de dólares para este objetivo fallido. Hoy en día, la estimación más baja de los costos de reconstrucción para Siria varía entre 250 y 350 mil millones de dólares. Como consecuencia de la guerra impuesta a Siria muchos grupos sirios entrenados por Irán y Hezbolá han acabado inevitablemente compartiendo su experiencia de guerra con su aliado. Estos grupos, si Assad así lo desea, formarán una fuerte alianza con el “Eje de la Resistencia” que ha crecido en Irak y que ha existido en el Líbano durante décadas.

En Palestina, Hamás se unió a la campaña de cambio de régimen contra Siria al comienzo de la guerra en 2011. Los líderes políticos declararon su enemistad a Assad y muchos de sus combatientes se unieron a al-Qaeda y otros a ISIS, particularmente en el campamento palestino de Yarmouk, al sur de Damasco. Estos combatientes palestinos compartieron con sirios y con otros combatientes extranjeros su experiencia guerrillera aprendida de Irán y de los campos de entrenamiento de Hezbolá. Algunos de ellos llevaron a cabo ataques suicidas contra las fuerzas de seguridad y civiles iraquíes en Mesopotamia y contra el ejército sirio y sus aliados, incluido Hezbolá, en el Levante.

Pero el establishment estadounidense decidió distanciarse de la causa palestina y abrazó incondicionalmente la política del apartheid israelí hacia Palestina: Estados Unidos apoya ciegamente a Israel. Ha reconocido a Jerusalén como la capital de Israel, suspendió la ayuda financiera a las instituciones de la ONU que apoyan a los refugiados palestinos (escuelas, atención médica, hogares) y rechazó el derecho de retorno de los palestinos. Todo esto ha empujado a varios grupos palestinos, incluida la Autoridad Palestina, a reconocer que cualquier negociación con Israel es inútil y que Estados Unidos ya tampoco puede ser considerado un socio en quien confiar. Además, el fallido cambio de régimen en Siria y las condiciones humillantes del apoyo financiero árabe fueron, en cierto modo, los últimos obstáculos para que Hamás cambie su posición, renunciando al acuerdo de Oslo y uniéndose al Eje de la Resistencia.

La batalla de 48 horas en Gaza con Israel del pasado 12 y 13 de noviembre dejó ver una unidad sin precedentes entre Hamás, la Yihad Islámica y muchos otros grupos palestinos (en total, y por primera vez, 13 grupos se unieron en una sola sala operativa militar). Además se mostró su cercanía a Irán y Hezbolá, indicando, una vez más, el fracaso de la política estadounidense en Oriente Medio.

En el Líbano, Hezbolá ha acumulado una experiencia de guerra extraordinaria durante los últimos cinco años de guerra contra los grupos extremistas de al-Qaeda e ISIS, luchando junto a dos ejércitos clásicos en múltiples frentes: el ejército sirio y el ejército de la superpotencia rusa. Los Estados Unidos ahora parecen estar dispuestos a aumentar la presión sobre el Líbano para paralizar aún más su economía. Estas sanciones probablemente afectarán más al Líbano que a Hezbolá.

Los Estados Unidos pusieron en su “lista de terroristas” a los propietarios de las oficinas de cambio de divisas en el Líbano que, según se sabe, intercambiaron euros recibidos de Irán por dólares. Han arrestado a un conocido hombre de negocios que se beneficia de la simpatía de Hezbolá y que ofrece un descuento a los militantes de Hezbolá y a sus familias que venden sus apartamentos.

Además, con la colaboración del ex primer ministro Haidar Abadi, los Estados Unidos lograron que Bagdad bloqueara más de 90 millones de dólares que se deben a un constructor libanés que ha cumplido contratos en varias ciudades iraquíes, y que los estadounidenses acusan de estar cerca de Hezbolá.

Además, el Departamento del Tesoro de los EE.UU. está obligando al Banco Central del Líbano a proporcionar una gran cantidad de información y bases de datos de civiles, bajo la excusa de la lucha contra el terrorismo, y logró bloquear las cuentas de muchos chiítas, incluidos los que no tienen ninguna relación con Hezbolá.

Y finalmente, la administración de los Estados Unidos incluyó en su lista de terroristas al Secretario General de Hezbolá, su adjunto y a varios de sus líderes más importantes. ¡Por lo tanto, estas personas nunca podrán visitar Disneyland ni salir de juerga por Las Vegas!

Los Estados Unidos parecen ignorar que tanto Irán como Rusia están ansiosos por ver a los Estados Unidos levantar su apoyo incondicional al Ejército y al Gobierno libanés. En coordinación con el gobierno libanés, Irán puede construir muchas fábricas en el Líbano, beneficiándose de su experiencia en varios campos, principalmente en el ámbito farmacéutico, la producción de automóviles, los servicios públicos nacionales y la industria militar. Paralelamente, Rusia ya está estableciendo conexiones con funcionarios libaneses, invitándolos a Moscú, lo que aumentará su presencia y asentamiento en el Líbano.

No hay nada que los Estados Unidos puedan hacer hoy para reducir el poder militar de Hezbolá. Se dice que Sayyed Nasrallah está listo para lanzar sus misiles de precisión contra Israel y mostrar su fuerza y, sobre todo, para demostrar cómo de débil puede llegar a ser Israel en cualquier guerra futura. No hay duda de que Israel tiene una impresionante máquina militar con gran capacidad de destrucción. Sin embargo, desde 1949, Israel nunca ha sido sometido a misiles de precisión con cientos de explosivos en cada una de sus ojivas, capaz de cubrir todo el territorio israelí y de alcanzar cualquier objetivo.

Si la Cúpula de Hierro (el escudo antimisiles) de Israel puede interceptar el 80% de los misiles de Hezbolá, las consecuencias de 2.000 misiles (de un total de 10.000, de los cuales 8.000 serían interceptados) golpeando sus objetivos con 400-500 kg de explosivo son inconcebibles para Israel. Eso significa un equivalente de 1.000.000 kg de explosivo, si Hezbolá limitara su uso a sólo 10.000 misiles (Israel afirma que Hezbolá tiene 150.000 cohetes y misiles).

Hezbolá representa una parte considerable de la población libanesa. No es una organización convencional, sino que se ha convertido en parte de los “corazones y mentes” de la población, una vieja estrategia adoptada por Hezbolá para integrarse con la población y la sociedad en la que vive.

Hezbolá usó la fuerza a nivel doméstico en una ocasión, el 7 de mayo de 2008 cuando el grupo tomó la capital libanesa disparando solo unas pocas balas, mucho menos de lo que Israel necesitó para ocupar Beirut en 1982. Hezbolá no necesita usar el poder militar para controlar el Líbano. Pero los chiíes libaneses ya no están solos en el Eje de la Resistencia. Este eje no dudará en cambiar las tornas con respecto a los Estados Unidos si este intenta tomar el control del país: lo que ocurrirá si los Estados Unidos continúan con sus esfuerzos para someter al Líbano a su hegemonía.

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