
Por Elijah J. Magnier
Traducido por Ernesto Cazal
Toda la atención regional e internacional está sobre los acontecimientos en la capital afgana, Kabul, arrebatada por el Talibán luego de que el presidente Ashraf Ghani, su delegado Omarullah Saleh y otros funcionarios estatales huyeron del país. El escape de los líderes afganos provocó que el ex presidente Hamid Karzai pidiera al Talibán que controlase la capital. Pero ¿qué es tan novedoso que ha causado un gran impacto al mundo, un mundo que estaba esperando que Estados Unidos y fuerzas internacionales (OTAN) salieran en dos semanas? ¿Es la temprana salida, o el hecho de que el Talibán de hoy pueda ser diferente del de los noventas? ¿Y qué pasará con las minorías y los derechos humanos?
Después de haber ondeado durante 20 años, la bandera estadounidense fue arriada de la embajada en Kabul -la cual el presidente Joe Biden describió como el cementerio de todos los imperios- con la entrada del Movimiento Talibán a la ciudad sin librar ninguna batalla ni derramar sangre. La falta de resistencia encontrada por el Talibán impactó al mundo y, en particular, a la administración estadounidense, que esperaba que el ejército afgano combatiera y mantuviera sus posiciones durante al menos seis meses.
Este es un obvio indicativo de la catastrófica imprecisión y fracaso de los servicios de inteligencia estadounidenses que fueron expuestos no hace mucho tiempo por el presidente Joe Biden. Él tuvo las esperanzas puestas en los “300 mil soldados afganos” que, dijo, “estaban mejor armados y entrenados por las fuerzas estadounidenses, mientras que el Movimiento Talibán tiene solo 70 mil combatientes”, dispersos en un área geográfica igual al doble del tamaño de Gran Bretaña. Este control no anticipado de Kabul por el Talibán asombró al mundo. Ahora debemos intentar anticipar el futuro. La gran pregunta es: ¿Ahora qué, luego de la toma de Afganistán por parte del Talibán?
No se esperaba que las fuerzas talibanas controlaran la capital afgana tan rápido. Su delegación llegó a Doha, Catar, en la misma mañana que Kabul se rindió (el avance fue a las 17:20, hora local) para reunirse con la delegación del presidente afgano Ashraf Ghani, bajo el auspicio catarí-estadounidense. Con la reunión se esperaba que se llegara a un acuerdo que estableciera un gobierno de transición que incluiría a todos los partidos y grupos étnicos influyentes en Afganistán. Sin embargo, se han esparcido rumores vigorosamente de la llegada a Kabul por parte del Talibán, causando pánico en la capital, tras el control de la base aérea Bagram y la liberación de más de 5 mil prisioneros de la cárcel Pul-e-Charkhi. Se estimaba que la prisión era la más grande en Afganistán y comprendía un bloque de celdas de máxima seguridad para muchos prisioneros de Al-Qaeda y del Talibán.
Este temor a la reacción del Talibán una vez en la capital rápidamente provocó que las fuerzas de seguridad y la policía evacuaran de sus puestos y se retiraran de las calles. La ausencia de fuerzas de seguridad posibilitó que algunos ladrones aprovecharan la oportunidad y saquearan muchos negocios. Ello dio pie para que el ex presidente Hamid Karzai contactara al Presidente del Alto Consejo para la Reconciliación Nacional Abdulá Abdulá y al dirigente pashtún Gulbuddin Hekmatyar para que contactase a los líderes talibanes y le pidiera que proveyeran seguridad y protección para el pueblo. La salida del presidente Ghani a Taskent, Uzbekistán, dejó al ejército afgano sin propósito para combatir y cedió su posición de defensa de la ciudad.
El palacio presidencial fue entregado a los líderes talibanes en una movida acordada con el presidente Ashraf Ghani, como parte de un proceso pacífico donde no hubo actos de sabotaje ni derramamiento de sangre. Este entendimiento no previno la masiva bandada de Kabul: miles de afganos se dirigieron al aeropuerto, especialmente aquellos que creían en la validez de los rumores que circularon de que cualquiera que llegara al aeropuerto podría ser trasladado a un país europeo o cualquier miembro de la OTAN. Las fuerzas de los países de la OTAN estaban interesadas en evacuar, en coordinación con el comando militar estadounidense, a sus connacionales y diplomáticos de Afganistán al principio, y a más de 60 mil colaboradores afganos y sus familias después. El Talibán permitió que la evacuación tomara lugar sin problemas. El Talibán quería que todas las fuerzas extranjeras se fueran, incluidas las de Turquía, miembro de la OTAN, a pesar de la vieja relación entre los dos países. Todos los colaboradores afganos fueron absueltos para que se quedasen y se les dio la opción de irse libremente si así lo deseaban. El Talibán les pidió a todos los que colaboraron con Estados Unidos que se quedaran en casa y no abandonaran el país porque no tenían nada que temer.
La dinámica de estos eventos en rápido desarrollo no se ha establecido. Hay muchos desafíos que el Talibán enfrentará luego de tomar Afganistán. El hecho de que el Talibán tomara el control de las fronteras con países vecinos detuvo la ruleta económica en las últimas semanas y previno que las importaciones llegaran al país. Lo que provocó la subida de los precios de los bienes en más de 40 a 50%. No obstante, el Talibán permitió que camiones cruzaran dentro y fuera de Afganistán el segundo día luego de tomar la capital. Esta medida alivió la presión económica, aun sin prevenir el deterioro de la moneda local respecto al precio del dólar estadounidense.
El Talibán estaba interesado en sugerir que había cambiado a como era en 1996, cuando se aisló a sí mismo y ganó muchos enemigos de países vecinos y entre la comunidad internacional. Dice que actualmente quiere establecer buenas relaciones con todos los países basado en el respecto a la soberanía común. Comenzó declarando a una amnistía general -por tercera vez en una semana- para todos los empleados estatales como un gesto indispensable para prevenir el colapso del sistema ventiañero.
Realmente es muy temprano para juzgar al “nuevo Talibán” y sus prácticas hasta dentro de muchos meses luego de la toma del poder y luego de examinar la forma en que los talibanes gestionan los asuntos estatales. ¿Cómo lidiará con las minorías, respetando los derechos ciudadanos, y con la práctica de los ritos religiosos, especialmente aquellos de los Hazaras en Mazar-i-Sharif y otras provincias?
Hay pasos necesarios que preocupan en primer lugar a los nuevos dirigentes talibanes. Estos pueden ser los siguientes:
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