
La amenaza se cierne sobre Suecia y Dinamarca cuando Hezbolá advierte de represalias por la quema del Corán. Por Elijah J. Magnier: En una acción sin precedentes que recuerda a las llevadas a cabo a finales de los años ochenta, Sayyed Hassan Nasrallah, secretario general de Hezbolá, ha lanzado una severa advertencia a Suecia y Dinamarca. Trazando paralelismos con hechos históricos como el secuestro de rehenes extranjeros en Líbano y el “Hokm” del ayatolá Jomeini pidiendo la muerte del escritor Salman Rushdie, Nasralá dirigió su mensaje a la “reunión de la Organización de Cooperación Islámica”. Instó a las naciones islámicas a asumir su responsabilidad y castigar a los dos países europeos por quemar el Sagrado Corán -un acto sagrado para los musulmanes- o “jóvenes valientes sacrificarán sus vidas para castigar a los agresores”.
El carácter ominoso de la advertencia plantea la cuestión de si las represalias de Hezbolá se producirán en Líbano, contra Suecia y Dinamarca, o en Europa. Esta escalofriante perspectiva trae a la memoria la fatwa del ayatolá Jomeini contra Salman Rushdie, emitida para disuadir de futuras ofensas. A pesar de la indignación de miles de millones de musulmanes de todo el mundo, Suecia y Dinamarca han desafiado los sentimientos de la población musulmana al tratar la quema del Corán como una cuestión de libertad de expresión y no de respeto a las santidades religiosas. Este acto de desafío va en contra de las enseñanzas islámicas, que castigan con la pena de muerte tales insultos cuando se cometen en países musulmanes.
En el sermón que pronunció la semana pasada con motivo del décimo día de Muharram, Sayyed Nasralá -que dirige a más de 150.000 hombres- declaró que “los jóvenes musulmanes celosos y valientes de todo el mundo se encargarán de castigar a quienes profanen o quemen el Corán”. Subrayó la urgencia de que los países islámicos asuman sus responsabilidades y pongan fin a la ofensiva contra el Islam. Estas incendiarias declaraciones se producen después de que Suecia y Dinamarca permitieran a sus ciudadanos quemar el Sagrado Corán, lo que provocó la indignación de las naciones islámicas e incluso atrajo la atención y el disgusto de la Comunidad Europea, con sede en Bruselas (Bélgica). A pesar de las protestas diplomáticas y de la expulsión de Irak de los embajadores afectados, los gobiernos sueco y danés no han mostrado ninguna inclinación a dar marcha atrás en su postura.
La gravedad del llamamiento de Nasralá reside en sus décadas de credibilidad en el cumplimiento de amenazas, especialmente las dirigidas a Israel. El líder de Hezbolá declaró con confianza que el mundo sería “testigo de la valentía, el celo y la determinación de estos jóvenes dispuestos a defender con su vida a su profeta, su libro sagrado y el Corán”.
Sin embargo, sus declaraciones dejaron mucho margen a la especulación, ya que Nasralá no dio detalles sobre las acciones concretas o los pasos prácticos que Hezbolá pretende dar. Esta ambigüedad hace temer que la situación desemboque en un enfrentamiento violento si la organización considera insuficientes las respuestas de los países islámicos.
Estableciendo paralelismos con la guerra civil libanesa, la advertencia de Nasralá recuerda a la de los años ochenta, cuando surgieron varias organizaciones yihadistas vinculadas a la Guardia Revolucionaria iraní que tomaron rehenes de diversas nacionalidades, convirtiendo Líbano en un territorio peligroso para la comunidad internacional.
El momento de la respuesta de Hezbolá sigue siendo incierto. No está claro si la amenaza de Nasralá está vinculada a un plazo concreto o a una invitación abierta, en función del éxito de las acciones de la organización contra la quema del Corán. Es posible que los países islámicos reunidos esta semana necesiten medidas más decisivas para limitar su respuesta más allá de las denuncias y condenas verbales. No obstante, Nasralá se mantiene firme en su decisión y está dispuesto a aplicarla sin atenerse a un calendario concreto. Esto, a su vez, aumentará sin duda las precauciones de seguridad tanto para Suecia como para Dinamarca, que se enfrentan a posibles amenazas contra sus nacionales e intereses dentro y fuera de sus fronteras, incluida la posibilidad de que “Hezbolá” atente contra algunas de sus instituciones o representantes.
Desde la década de 1990, no se conoce ningún caso de un destacado funcionario iraní que haya lanzado un ultimátum a los países occidentales, amenazando con atacar sus intereses o a sus ciudadanos. Los países occidentales se toman en serio las amenazas como medida de precaución para evitar incidentes no deseados. Sin embargo, aún está por determinar si la advertencia de Nasralá se hará realidad o será evitada por la decisión de la decimoctava reunión de la “Organización de Cooperación Islámica”. Las decisiones que se tomen en esta cumbre pueden determinar si se apaga la mecha de posibles hostilidades o si Hezbolá las percibe como una acción suficiente o insuficiente contra Suecia y Finlandia. La comunidad internacional observa la situación con la respiración contenida, a la espera del desenlace de este precario pulso.
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