
Por Elijah J. Magnier:
Traducido por: Eli C. Casas
La administración estadounidense intensificó sus contactos con sus aliados en Oriente Medio para rebajar la tensión que Donald Trump provocó durante sus últimas semanas de mandato. A Irán le han llegado mensajes indirectos de Kuwait, Omán, Qatar, y recientemente, de Irak, en los que se dice que Estados Unidos tiene la intención de cumplir su compromiso y que desea volver al acuerdo de 2015, revocado por Trump en 2018 (ya había respondido “positivamente” el año pasado al rechazar el intento de Trump de llegar a un acuerdo en sus últimos días de mandato). Irán sí recibió los mensajes y respondió enviando señales positivas al presidente de estadounidense, Joe Biden, a través de los mismos canales, ofreciendo sugerencias sin abandonar el escepticismo sobre las verdaderas intenciones de Estados Unidos, que de alguna manera siguen unidas a las duras sanciones de Trump. Irán no se fía de lo que pueda prometer un candidato presidencial antes de las elecciones porque la mayoría de los presidentes cambian de parecer una vez en el cargo. Sin embargo, hay fuertes indicios que llevan a pensar que podría haber un intento de EE. UU. de acortar la lista de espera, dar prioridad a Irán y volver a poner en primer plano el acuerdo nuclear original.
El jefe del estado mayor de Israel, Aviv Kochavi, expresó la oposición a la idea de que Estados Unidos volviera al tratado nuclear de 2015 y amenazó a Irán en consecuencia. Kochavi no se habría atrevido a criticar a la nueva administración estadounidense si no hubiera recibido la bendición y el aliento del primer ministro Netanyahu, conocido en la región como el “matón de Oriente Medio”. El jefe del estado mayor israelí sobrepasó su rol como militar, preparando el camino para la visita a Washington del jefe de la agencia de inteligencia Mossad, Yossi Cohen, prevista para la próxima semana. Cohen filtró a los medios de comunicación locales sus críticas al discurso de Kochavi, en el que criticaba a Biden y afirma haberlo calificado de “irresponsable”. No obstante, este tipo de escenificaciones estilo “policía bueno y policía malo” forman parte del repertorio israelí.
Se espera que la próxima semana el primer ministro israelí visite los Emiratos Árabes Unidos (EAU), con el objetivo de consolidar un frente unido contra el deseo declarado de la administración de Biden de volver al acuerdo nuclear (conocido como JCPOA). Israel y sus nuevos amigos, Arabia Saudí y los EAU, desean participar en un hipotético nuevo acuerdo que incluya los misiles balísticos de Irán y su relación con otros aliados en Oriente Medio. Los países del Golfo quieren “detener la proliferación nuclear en la región“, pero fallan a la hora de explicar lo que supone el arsenal de más de cien armas nucleares de Israel. Irán mantiene firmemente que cualquier modificación del JCPOA es inaceptable y que la relación de
Subscribe to get access
Read more of this content when you subscribe today.
Irán con otros países de Oriente Medio no es asunto de Estados Unidos. El presidente iraní, Hassan Rohaní, se pronunció al respecto, alegando que “el acuerdo nuclear no cambiará y otros países no pueden interferir en él”. Estados Unidos ha violado la Resolución 2231 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y debe volver a ella, y si no quiere volver, que lo anuncie”.
En la primera semana tras la toma de posesión del presidente Biden, las declaraciones de Estados Unidos e Irán entablaron una suerte de discusión al estilo: “¿Qué va antes, el huevo o la gallina?”. Estados Unidos ha pedido a Irán que cumpla con el acuerdo nuclear tal y como se firmó en 2015, del que ya no forma parte desde que lo abandonó en 2018. La posición de Irán fue expresada de forma clara y directa por todos los funcionarios: Estados Unidos debe levantar todas las sanciones y volver al acuerdo. Sin embargo, Irán representó la flexibilidad cuando su ministro de Asuntos Exteriores, Muhammad Javad Zarif, ofreció una “escalera” para que los estadounidenses descendieran del árbol al que se habían subido. Zarif sugirió que Europa podría ayudar “sincronizando” el regreso de las dos partes al acuerdo nuclear. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, activó el proceso y dio instrucciones a sus asistentes para que se pusieran en contacto con Irán para coordinar el siguiente paso, y actuar como intermediarios de los dos países que hasta ahora se han abstenido de cualquier diálogo directo.
El ministro de asuntos exteriores estadounidense, Anthony Blinken, dijo inicialmente que su país “no tiene prisa” por llegar a un acuerdo nuclear con Irán, y que podría tardar “más de un año” en alcanzarlo. Dejó la impresión negativa en Teherán de que la nueva administración pretende “beneficiarse” de las duras sanciones impuestas por Donald Trump, y que estaría negociando con sus aliados la modificación del acuerdo nuclear. Sin embargo, Blinken ajustó su declaración – que en Teherán se recibió como una primera señal positiva – al afirmar recientemente que Irán podría alcanzar la pureza del combustible para bombas en “tres o cuatro meses“.
Sin embargo, el ministro de energía israelí – que no quiere que Estados Unidos tenga prisa por sentarse con Irán – respondió a Blinken diciendo que “Irán necesita uno o dos años antes de alcanzar el armamento nuclear”. El ministro israelí Tzaki Hanagbi (aliado de Netanyahu) advirtió que “Israel puede verse obligado a atacar las instalaciones nucleares de Irán, porque Estados Unidos nunca lo hará”. Sin embargo, el general Amos Gilead, ex jefe de la Inteligencia Militar, contradijo las declaraciones de los dirigentes israelíes: “¿Creen que pueden lanzar un ataque (a Irán) sin la cooperación estratégica de Estados Unidos? Eso nunca ocurrirá. Eso (las amenazas) son sólo palabras”.
A finales de diciembre de 2020, Irán anunció su intención de aumentar su enriquecimiento de uranio hasta el 20% (el JCPOA permite un 3,67%) en la planta de Fordow y sus reservas de uranio de bajo enriquecimiento acumuladas hasta 2.442,9 kg (el JCPOA permitía 300 kg). Irán anunció que tomaría medidas adicionales en unas dos semanas (el 21 de este mes de febrero) para retirarse del Tratado de No Proliferación (TNP) y reducir el número de observadores de los inspectores del Organismo Internacional de Energía Atómica.
Cuanto más pone Israel el grito en el cielo ante el presidente Biden, más claro queda que tiene miedo de que Estados Unidos vuelva al acuerdo nuclear iraní tal y como está. Gracias a la reciente mediación indirecta entre Estados Unidos e Irán, hay pocas dudas de que Biden se verá obligado a poner la cuestión nuclear sobre la mesa antes de lo imaginado inicialmente. Supongamos que la tardía inicial de Estados Unidos fue una especie de maniobra para obtener concesiones adicionales por parte de Irán. En ese caso, sólo podría describirse como un malentendido de la determinación iraní de avanzar en su capacidad nuclear.
Parece que Estados Unidos ahora ha comprendido la determinación de Irán y que éste no está dispuesto a caer en los brazos de Biden sin condiciones. Además, Irán ha revelado nuevas pruebas de misiles balísticos y, sin duda, tiene más de un as en la manga. El objetivo de la estrategia iraní es hacer entender al mundo que Irán no desea a ir a la guerra, pero sí está dispuesto a hacerlo si ésta se le impone, y que puede infligir graves daños a sus enemigos.
Estados Unidos tiene la oportunidad de tomar la mano ofrecida por Zarif, bajar del árbol y sentarse a la mesa para cumplir lo acordado previamente tras diez años de negociaciones. Ahora es más evidente que nunca, para todos los que pensaban que Irán estaba simplemente regateando en el mercado, que no se tolerará ninguna cláusula adicional, ni participantes adicionales. Por lo demás, aunque Irán sufre las duras sanciones de Trump (y lo que podrían ser también las sanciones de Biden), ha conseguido ajustarse a ellas. El 21 de febrero no está muy lejos, y la administración Biden tendrá que revelar su política para Oriente Medio muy pronto.
You must be logged in to post a comment.