Las opciones de los kurdos: “No hay más amigos que las montañas… y desde luego Israel no está entre ellos”.

Por Elijah J. Magnier

Traducido por Eli C. Casas

Muchos estados, a lo largo de la historia moderna, han utilizado a los kurdos – quienes comparten lengua y relaciones transfronterizas con otras tribus kurdas de Irán, Irak, Siria y Turquía –  como arma arrojadiza contra distintos países de Oriente Medio. A día de hoy, esto no ha cambiado, especialmente tras la invasión de Irak por parte de Estados Unidos y la ocupación del noreste de Siria, donde está establecido el grupo dominante de los kurdos sirios, las YPG (que es la rama siria del grupo designado como terrorista por Estados Unidos y la UE, el PKK). Sin embargo, debemos tener en mente que los kurdos de Irak, Siria, Irán y Turquía no constituyen un grupo homogéneo, y que su destino y lealtades también están diferenciados. 

A pesar del anhelo de que eventualmente se unirían a todas las poblaciones kurdas, y de la esperanza de que Washington ayudara a cumplir este sueño, el apoyo de Estados Unidos a los kurdos sirios e iraquíes no conducirá a la materialización de esta visión: el coste es demasiado alto. Incluso si Estados Unidos estuviese dispuesto a otorgar un estado a los kurdos y “reorganizar Oriente Medio”, los países afectados podrían unirse e impedir que Washington lograra tal cometido. La relación de los kurdos con Israel servirá de poco para cambiar el estatus de estos en la región. La cuestión sigue siendo cuándo entenderán los kurdos, que actúan como escudo de Estados Unidos en Siria e Irak, que sus “únicos amigos son (solamente) las montañas”, que ni Estados Unidos ni Israel pueden protegerlos, y que sólo los países donde han echado raíces (y desde luego no Israel) pueden ser su protección y salvación frente a futuras persecuciones.

La normalización israelí con diversos estados árabes libera a los kurdos de la carga de mantener lazos secretos con Tel Aviv. El líder kurdo iraquí, Masoud Barzani, ya dijo que “no tiene inconvenientes con respecto a establecer relaciones diplomáticas con Israel”. No obstante, la política exterior de Irak es competencia del gobierno central de Bagdad, quien rechaza la idea de normalizar relaciones diplomáticas. La provincia del Kurdistán forma parte de Irak, y se enfrentará a graves consecuencias en caso de acercarse abiertamente a Israel. Además, los dirigentes kurdos iraquíes necesitan una buena relación con los países árabes, Irán y Turquía. No están en condiciones de ponerlas en peligro en aras de las relaciones públicas con Israel, que pueden continuar fuera de la esfera pública.

Para promover la solidaridad y la simpatía de Occidente hacia los kurdos, Israel está impulsando la narrativa de que los vínculos emocionales entre los kurdos y los judíos existen debido a “la injusticia que ambos experimentan”. Sin embargo, los israelíes han ejercido las matanzas, los abusos y los genocidios más indecibles contra los palestinos desde 1947. Están acusados por la ONU de crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad, y siguen librando guerras y llevando a cabo una política exterior muy agresiva contra países cercanos de la región. Cometen ataques indiscriminados y crímenes de guerra en Líbano y Siria, bombardean Irak y llevan a cabo asesinatos ilegales en Irán y otros lugares, haciendo caso omiso de cualquier legalidad internacional. Los kurdos coquetean con Israel para mejorar su posición ante Estados Unidos. El lobby israelí goza de una potente influencia dentro de la administración estadounidense, especialmente en lo que a medios de comunicación refiere. Ésta es la opinión mas extendida en Oriente Medio. Israel apoya a los kurdos porque éstos pueden aportar inestabilidad a sus adversarios en Irán, Turquía, Irak y Siria: representan un punto de apoyo operativo para Israel.

A lo largo de la historia, los kurdos se han rebelado diversas veces contra el gobierno del país en el que vivían, y se han establecido en diversas áreas transfronterizas de la región. Hoy en día, los kurdos se reúnen principalmente, aunque no exclusivamente, en Irán, Turquía, Irak y Siria. Cuando el “Estado Islámico”(ISIS) estaba a punto de ocupar Ayn al-Arab/Kobane, Estados Unidos pidió y obtuvo el permiso de Turquía para enviar una fuerza Peshmerga a través del territorio turco para evitar la caída de la ciudad siria. 

Los kurdos sirios desempeñaron un papel positivo al ayudar a las ciudades de Nubbl y Zahraa a hacer frente al asedio impuesto por Al Qaeda. A cambio, el ejército sirio y sus aliados ofrecieron apoyo a los kurdos de Hay Maqsoud en Alepo durante la guerra. Cuando Turquía atacó y ocupó la ciudad kurda de Afrin, gran parte de la población kurda encontró en Nubbl y Zahraa acogida y refugio. Sin embargo, la relación entre las YPG y Damasco cambió cuando Estados Unidos animó a las YPG a dejar Afrin a Turquía en lugar de a Damasco, a extraer el petróleo para venderlo al gobierno sirio (también a Irak y Turquía) e impedir que la abundante riqueza agrícola de la zona kurda llegara al resto de Siria.

Los kurdos del YPG desplegados en las provincias de al-Hasaka, Raqqah y Deir-Ezzour han aprovechado la oportunidad para actuar como escudo de las fuerzas de ocupación estadounidenses, con la esperanza de tener un estado propio, Rojava. Turquía se unió a los Estados Unidos y a los europeos para clasificar al PKK  como organización terrorista, también considera como tal a las YPG. Los soldados de Ankara impidieron que las YPG tuvieran controlaran el territorio completo de Rojava ocupando Afrin, y otras ciudades sirias en las provincias árabes-kurdas del norte, para descontento de EE.UU. y las fuerzas occidentales, desplegadas en el noreste de Siria. 

No debemos olvidar que Estados Unidos y algunos países occidentales tienen sus fuerzas sobre el terreno sin un mandato de la ONU y sin consentimiento del gobierno de Damasco. Consecuentemente, las tropas occidentales son consideradas como fuerzas de ocupación. A los kurdos no les importa actuar como escudo de las tropas de EE.UU. y de otros países occidentales, puesto que mantienen la esperanza de seguir controlando el territorio sirio mientras que los estadounidenses y sus aliados estén estacionados ilegalmente en Siria. Los dirigentes de las YPG esperan que Estados Unidos permanezca durante muchos años en Siria y permita a los kurdos hacerse más fuertes e incluso desafiar al gobierno central de Damasco.

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Fuentes de al-Hasaka confirmaron que las YPG gozan de una excelente relación con Estados Unidos e Israel, a pesar de la ayuda de Estados Unidos y del Mossad israelí (oficialmente negada) en la captura del líder del PKK , Apo Abdullah Öcalan, allá por 1999 en Kenia. El líder del PKK era un antiguo marxista (no obstante, el PKK eliminó la hoz y el martillo de su bandera en su quinto congreso, en enero de 1995, porque consideraba que el comunismo se había derrumbado y que Estados Unidos representaba el desarrollo). Öcalan obtuvo permiso para montar un campo de entrenamiento en el valle libanés de la Bekaa en 1991, se mostró abiertamente antisionista y se posicionó totalmente a favor de la causa palestina. El líder del PKK declaró sus reticencias con respecto a la construcción de un estado-nación kurdo. Decía: “el estado-nación kurdo traerá masacres, como el segundo sionismo… Se estableció para que pudiesa ser utilizado contra Irán y Turquía. Yo traté de impedirlo”.

Las YPG sirias (y el Gobierno Regional del Kurdistán iraquí – KRG) consideran erróneamente a Israel como un puente hacia el “Gran Kurdistán”. La relación kurdo-israelí se remonta a 1931 con Reuven Shiloah, primer director del Mossad, que fue enviado a Bagdad y al Kurdistán como primer emisario de los judíos para con los otros países de Oriente Medio[i].

El Kurdistán imitaba el camino de “Yahudistán” (“Tierra de los judíos, Jewishstan”), afirmando que tanto los kurdos como los judíos son étnicamente distintos de los árabes, persas y turcos vecinos. Los kurdos, principalmente los iraquíes, son aliados naturales de Israel y lo han sido durante seis décadas. Los lazos entre ambos grupos son históricos, políticos y económicos.

Los judíos kurdos que emigraron a Israel en los años 40 y principios de los 50 se convirtieron en embajadores de los kurdos de Irak, defendiendo su causa entre el público israelí. En la década de 1960, los kurdos iraquíes ayudaron a sacar a los judíos restantes de Irak. Unos 300.000 judíos de origen kurdo residen en Israel. En 1966, el ministro de defensa iraquí Abd al-Aziz al-Uqayli culpó a los kurdos de Irak de establecer “un segundo Israel” en Oriente Medio. 

En 1963, la primera ministra israelí Golda Meir asignó a los kurdos 100.000 dólares. El jefe del Estado Mayor de Israel en aquél entonces, Rafael Eytan, visitó el Kurdistán. En 1968 y 1973, Mustafá Barzani visitó Israel en dos ocasiones para reunirse con funcionarios israelíes, entre ellos Levi Eshkol y Meir, quienes ocuparon el cargo de primer ministro esos años. El primer ministro israelí Menachem Begin admitió que los israelíes entrenaban a fuerzas kurdas en Israel y en el Kurdistán. Durante el levantamiento kurdo contra los iraquíes en 1965-1975, suministraron armas, munición antitanque y antiaérea. El Mossad israelí utilizó la zona montañosa para lanzar operaciones contra Irak, Irán, Siria y Turquía.

En 1975, la relación se interrumpió después de que Irak e Irán firmaran el Acuerdo de Argel para poner fin a la rebelión kurda (hasta entonces apoyada por el Sha de Irán), e Irán aceptó cerrar el acceso de Israel al Kurdistán iraquí. En 1980, el primer ministro israelí Menachem Begin admitió que los israelíes ayudaron a los kurdos durante su levantamiento contra los iraquíes entre 1965 y 1975. En 2013, el vicepresidente del Gobierno Regional del Kurdistán, Kasart Rasul, visitó Israel con una delegación para conocer las técnicas agrícolas israelíes. En junio de 2014, Israel aceptó un gran cargamento de petróleo kurdo durante lucha kurda contra el ISIS. La compra supuso una importante ayuda para el gobierno kurdo en un momento de crisis económica. 

En mayo y agosto de 2015, Israel importó 14 millones de barriles de petróleo kurdo, abarcando el 77% de la demanda israelí. Es importante señalar que los kurdos exportaban petróleo a Israel en contra de los deseos del gobierno central iraquí. En 2017, Israel fue el único país que apoyó públicamente un controvertido referéndum de independencia, y anunció su apoyo a la independencia kurda con la oposición de Estados Unidos. En 2018, delegaciones del Kurdistán iraquí visitaron Israel para reunirse con líderes israelíes y académicos.

Días después del tuit del ex presidente Donald Trump sobre la retirada de EEUU, que se entendió como un abandono a los kurdos, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, anunció que Israel estaba dispuesto a dar asistencia humanitaria al “galante pueblo kurdo.” Sin embargo, los kurdos son ciudadanos de tres países abiertamente hostiles a Israel, como son Irán, Irak y Siria, y después está Turquía, cuyas relaciones con Israel son tibias. En 2019, Tzipi Hotovely, viceministra de Asuntos Exteriores de Israel declaró: “Les estamos ayudando (a los kurdos) a través de varios canales…”, haciendo público el posicionamiento junto al pueblo kurdo.

La relación entre Israel y los kurdos sólo puede beneficiar al GRK si Estados Unidos se compromete a la partición de Irak y Siria, algo improbable y ciertamente indeseable. No se espera que el apoyo estadounidense a los kurdos sea indefinido, debido al rechazo absoluto a un estado kurdo por parte de turcos, iraníes y el gobierno central de Bagdad. Turquía podría tomar medidas drásticas y aumentar su nivel de asociación con Rusia a expensas de la OTAN y de Estados Unidos, un hecho del que ninguna administración estadounidense querría ser responsable. Irán puede cerrar las fronteras del Kurdistán y las fuerzas de seguridad iraquíes pueden ejercer un bloqueo sobre la provincia norteña. Desde el punto de vista financiero, ni Estados Unidos ni Israel pueden satisfacer las demandas de Erbil y los salarios de sus empleados.

Abdullah Öcalan dijo una vez: Es más difícil cambiar las costumbres tradicionales kurdas que dividir el átomo. El sueño kurdo está hecho para seguir siendo un sueño. Los kurdos siguen ofreciéndose como armas de alquiler y como escudo para las tropas extranjeras. ¿Cuándo tomarán conciencia los kurdos y se dirigirán a sus respectivos gobiernos para consolidar su relación e integrarse plenamente en sus diferentes países?


[i]  Yohanan Bader, (1949), Herut, citado en Tom Segev, 1949, Hayisraelim Harishonim (Jerusalén: Domino, 1984), p. 34.

TOM SEGEV, historiador israelí, es autor de varios libros influyentes, como 1949: The First Israelis (Free Press, 1986), The Seventh Million: Israelis and the Holocaust (Hill and Wang, 1993), y One Palestine, Complete: Jews and Arabs under the British Mandate (Metropolitan, 2000). También escribe para el periódico Ha’Aretz. 

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