
Por Elijah J. Magnier
Traducido por Eli C. Casas
Cuando estalló la guerra de Siria en 2011, Occidente – que participó directamente en la guerra junto con los países del Golfo y Turquía – creía que el presidente Bashar al-Assad caería a los pocos meses, a lo sumo, uno o dos años. En definitiva , creían que no duraría mucho en el poder. Así, comenzaron los preparativos para asediar a “Hezbolá” como medida preventiva tras el derrocamiento de Assad, porque Siria era un miembro esencial del “Eje de la Resistencia,” y parte de la principal ruta de suministro de Hezbolá. Gran Bretaña tomó medidas rápidas para reforzar el control de las fronteras entre el Líbano y Siria. La gestión de las fronteras líbano-sirias es una antigua demanda israelí desde la guerra de 2006, antes de que Israel se diera cuenta de que no había ganado la guerra y de que no podía imponer sus condiciones. En 2012, se inició un cometido frenético para establecer un programa de entrenamiento militar para el ejército libanés en las dos bases aéreas de Hamat y Rayak, y para habilitar la capacidad de las instituciones del ejército libanés. Sin embargo, ni el primero ni el último objetivo era reforzar el ejército libanés. El objetivo de Hezbolá y sus armas no es otro que romper el equilibrio, ejercer disuasión y tormentar a Israel. Ello no se aplica a Gran Bretaña, que se encuentra geográficamente muy lejos del Líbano. Entonces, ¿cómo percibe el “Eje de la Resistencia” este plan británico contra Hezbolá?
Ningún país ha aportado un céntimo para apoyar al ejército libanés y permitirle preservar y proteger sus propias fronteras con Israel. Más bien, Occidente aprobó el despliegue de las fuerzas de las Naciones Unidas (misión UNIFIL por sus siglas en inglés) en las fronteras libanesas para ayudar a Israel a garantizar que nada pudiera suponer una amenaza ante cualquier avance israelí dentro del territorio libanés, como ha ocurrido durante décadas. De hecho, el objetivo del envío de las fuerzas de la UNIFIL – desplegadas únicamente dentro del territorio libanés – era ayudar a Israel a impedir los ataques desde el Líbano y no al revés. Además, el ejército libanés no está autorizado para tener misiles antiaéreos o anti-navíos, porque estarían dirigidos contra Israel. Ningún otro país, a excepción de Israel, está violando el espacio aéreo, las aguas y la soberanía del Líbano. Occidente se está asegurando de que ninguna fuerza israelí esté amenazada por el Líbano, lo que le permite violar libremente la soberanía de sus vecinos en cualquier momento.El apoyo occidental se vuelca en el ejército libanés a la hora de vigilar sus fronteras con Siria. Los países occidentales proporcionan a todas las instituciones de seguridad libanesas equipos y armas ligeras que permiten la guerra urbana. Líbano cuenta con más de 125.000 efectivos militares y de seguridad, una cifra colosal para cualquier país del mundo, todo ello teniendo en cuenta que Líbano se encuentra en una grave situación de deterioro económico. El aparato militar y de seguridad del Líbano derrocha grandes cantidades de dinero en viajes ..
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al extranjero para sus oficiales y retira a los reclutas cuando no hay necesidad para ello, considerando el hecho de que el ejército no es capaz de hacer frente a ningún otro ejército a ambos lados de la frontera.
Se han gastado miles de millones de dólares con la esperanza de que Hezbolá pueda ser derrotado en la guerra de Siria o en cualquier otra guerra futura con Israel. En este caso, Hezbolá se volvería obviamente vulnerable, sus suministros se verían interrumpidos y sería más fácil finalizar derrotarlo mediante un ataque de las fuerzas de seguridad libanesas. Esa era la idea después de la guerra de Israel en 2006 y antes de la plena participación de Hezbolá en la guerra de Siria allá por 2013.
Gran Bretaña ha entrenado a 11.000 soldados y oficiales libaneses para operaciones de guerra urbana. También ha entrenado a unos 7.000 soldados en la “protección” de las fronteras entre Líbano y Siria y ha ayudado a formar el “Ejército del Regimiento de la Frontera Terrestre”.
Sin embargo, los deseos de los británicos, estadounidenses e israelíes no fueron correspondidos. El “Eje de la Resistencia” fue capaz de ganar la guerra en Siria, una victoria que dio a Hezbolá una importante experiencia bélica, y pasó a convertirse en una fuerza temida. Elevando el nivel de preparación, Hezbolá empezó a almacenar drones y decenas de miles de misiles, incluidos – según fuentes israelíes – cientos de misiles de precisión.
Sus líneas de suministro son la principal arteria para la supervivencia y existencia de Hezbolá. Después de cualquier guerra, los beligerantes necesitan rearmarse y, posteriormente, modernizar sus armas para mantener el equilibrio de la disuasión. Para ello es necesario mantener el flujo de suministros asegurado e ininterrumpido.
Ahora, el experimentado y bien equipado Hezbolá ha amenazado a Israel: si declara la guerra al Líbano, responderán en calidad, atacando objetivos militares en Israel, incluidos aquellos situados en centros urbanos. En consecuencia, los misiles de Hezbolá se han convertido en una grave amenaza para Israel, quienes consideran prioritario eliminarlos o destruirlos. Sin embargo, librar una guerra con le objetivo de destruir dichos misiles se ha convertido en una tarea imposible porque, entretanto, Hezbolá ha cambiado su política militar.
La guerra de 2006 enseñó a Hezbolá a trasladar todos los misiles de las aldeas del sur de Líbano y a colocarlos en las montañas y valles lejanos, ya que su alcance llega a los 500 km, un rango que cubre toda la geografía de Israel. De aquí la preocupación de Israel y sus aliados, Estados Unidos y Reino Unido.
Gran Bretaña ha construido – según un comandante del “Eje de la Resistencia” en Damasco -39 torres de observación y 7 bases, así como un centro de operaciones militares, a lo largo de casi toda la franja fronteriza con Siria, empezando por el cruce de Masnaa hasta Al Qaa, cubriendo una longitud de más de 100 kilómetros.
En 2013, el ministro británico de Asuntos Exteriores, Hugh Robertson, visitó Líbano para supervisar la construcción de 12 torres de control fronterizo y dotarlas de los equipos de comunicación por satélite más modernos, conectados al mando de control del ejército libanés, según afirmó un general del mismo.
“Todas las comunicaciones vinculadas a los satélites pueden ser interceptadas por los servicios de seguridad e inteligencia que operan en la región, incluidos Israel, Estados Unidos, el Reino Unido y Francia. Estos pueden vigilar los movimientos de Hezbolá y sus líneas de suministro militar a lo largo de las fronteras. Dado que el ISIS y Al Qaeda han sido derrotados en el Líbano y a lo largo de las fronteras sirio-libanesas, la necesidad de mantener estos enlaces por satélite de la región ya no es una emergencia. Los contrabandistas de Líbano y Siria continúan sin parar sus actividades ilegales, a través de rutas oficiales y no oficiales. Además, Siria tiene derecho a exigir los informes de estas torres de observación británicas porque operan en territorio sirio. De hecho, ningún país tiene derecho a ver estos informes aparte de Líbano y Siria”, afirmó la fuente.
La fuente, del “Eje de la Resistencia,” cree que el objetivo de Gran Bretaña es cubrir los puntos fronterizos para revelar las líneas de suministro y los escondites de Hezbolá. Estas torres podrían internacionalizarse, en línea con lo que algunos libaneses llaman la “internacionalización” de la aguda crisis libanesa. En el Líbano se han alzado algunas voces que piden imponer un cerco a los movimientos militares de Hezbolá, con la justificación de que estas facilitan las rutas de los contrabandistas. Exigen el control total por parte del ejército libanés de todos los pasos fronterizos entre Líbano y Siria.
Según la fuente, hay pocas dudas al respecto de que estas torres recogen inteligencia contra Hezbolá y contra el ejército sirio, especialmente con el proyecto en marcha de construir torres adicionales en las fronteras libanesas que vigilen la ciudad siria de Homs. Las fuentes creen que estas torres podrían tener un papel crucial y hostil en cualquier batalla futura entre Israel y Líbano. No se descarta que dichas torres sirvan de cobertura a las unidades especiales israelíes para destruir los depósitos de misiles, ya que proporcionan visibilidad sobre vastas y delicadas zonas fronterizas, donde se encuentran los misiles de precisión de Hezbolá. De ahí que los emplazamientos británicos creados a lo largo de las fronteras sean consideradas por el “Eje de la Resistencia” como provocadoras y hostiles.
Israel consiguió arrastrar a Yasser Arafat a una guerra civil que maduró por el descontento con la actuación del líder palestino contra la población local libanesa, contribuyendo a la invasión del Líbano en 1982. En cuanto a Hezbolá, consiguió alejarse de controlar únicamente ciudades libanesas y se convirtió en parte integrante de la sociedad. A pesar de la crisis económica interna, Estados Unidos ha gastado diez mil millones de dólares para enfrentarse a Hezbolá a través de sus aliados en Líbano, usando organizaciones no gubernamentales, pero sin conseguir sus objetivos. Israel dejó de utilizar temporalmente los drones suicidas tras su detección durante un intento fallido de destruir uno de los almacenes de Hezbolá en los suburbios de Beirut. Hezbolá logró imponer la disuasión en la frontera, por ello, Estados Unidos, Israel y sus aliados occidentales – entre ellos Reino Unido – siguen manteniendo los objetivos (no declarados) de atacar a Hezbolá y hacerse con el control de sus misiles.
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