
Escrito por – Elijah J. Magnier:
No cabe duda de que la guerra en curso en Ucrania se ha convertido explícitamente en una batalla abierta entre Rusia y Estados Unidos, en la que Washington explota sus capacidades financieras, políticas y militares -y las de sus aliados-. Estos costosos y cuantiosos esfuerzos militares y económicos pretenden enfrentar, debilitar y, en última instancia, derrotar a Moscú. Pero la confrontación no tiene que ver exclusivamente con el desafío ruso al dominio estadounidense, que prohíbe a las naciones europeas fronterizas con Rusia establecer nuevos lazos empresariales y comerciales (incluso con las que ya estaban bien establecidas con Moscú). Evidentemente, Estados Unidos pretende evitar que Rusia (y China) debiliten la economía estadounidense mediante el debilitamiento del dominio del dólar en los mercados mundiales internacionales. De hecho, EEUU está luchando contra el intento de países financieramente poderosos y con recursos de buscar alternativas y alianzas sólidas con otras naciones para eliminar la hegemonía monetaria estadounidense. Esto debilitaría el efecto de cualquier sanción “unilateral” estadounidense que la administración de Washington adopte contra los países que se nieguen a someterse a su dominio.
¿Conseguirá Rusia, junto con países como China, India, Pakistán e Irán, este objetivo de desestabilizar el poder blando estadounidense y sobrevivir encontrando una alternativa al dólar?
La respuesta rápida a la pregunta anterior es que todavía no existe una alternativa sólida para competir con el dólar, a pesar de la existencia del euro europeo, el yuan chino y el rublo ruso, que ocupa una ligera ventaja sobre el dólar estadounidense de la que ha disfrutado desde la Primera Guerra Mundial.El dólar estaba, y sigue estando, firmemente atrincherado desde el final de la Segunda Guerra Mundial en 1944. Ha sustituido a la libra esterlina, que decayó después de que Inglaterra gastara la mayor parte de sus reservas de oro en el esfuerzo bélico antinazi. En 1971, Estados Unidos renunció a sus reservas de oro para considerar su moneda la “moneda del mundo” para los intercambios comerciales y financieros.
Desde entonces, la deuda estadounidense ha crecido desproporcionadamente. Sin embargo, estas obligaciones financieras estadounidenses nunca serán reembolsadas porque la deuda consiste en su propia moneda, que puede imprimirse en cualquier momento y en abundancia. Esta situación no se aplica a otros países, que deben pagar su deuda en dólares y someterse a la política estadounidense o enfrentarse a sanciones y a la retirada del dólar de la circulación, lo que significa una fuerte devaluación de la moneda local. Esto es precisamente lo que les ha ocurrido a muchos países: Venezuela, Irán y Líbano, por citar algunos.
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