
Por Elijah J. Magnier:
Los resultados definitivos de las elecciones parlamentarias y presidenciales de Turquía han confirmado que se celebrará una segunda vuelta el 28 de mayo. Recep Tayyip Erdogan, el actual presidente, obtuvo el 49,51% de los votos, un margen de menos de medio punto porcentual, o unos cuatrocientos mil votos, de los cincuenta y ocho millones de votantes con derecho a voto. Su principal rival, Kemal Kilicdaroglu, del Partido Republicano del Pueblo (CHP), de centro-izquierda, obtuvo el 44,88% de los votos, mientras que el candidato ultranacionalista Sinan Ogan se hizo con el 5,17%. Aunque el presidente Erdogan ganó las elecciones parlamentarias, no alcanzó la mayoría entre los 600 diputados. Sin embargo, cuenta con un número significativo de escaños (321 MP), lo que le da ventaja sobre la oposición para formar una coalición viable y mantener la mayoría parlamentaria aliándose con partidos con menos escaños y candidatos independientes. Esta mayoría parlamentaria influirá en el resultado de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.
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Funcionarios turcos y fuentes próximas a Erdogan exudan confianza en su capacidad para asegurarse una victoria contundente en la segunda vuelta. Varios factores vitales juegan a favor de Erdogan en la segunda vuelta. En primer lugar, goza de una posición dominante en el Parlamento, donde su partido, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), y su aliado, el Partido del Movimiento Nacionalista (MHP), tienen mayoría parlamentaria. En segundo lugar, la oposición dista mucho de estar cohesionada y unida, con un importante riesgo de fragmentación tras la primera vuelta. Kilicdaroglu lideraba una coalición no dominante de la que no se esperaba que formara un futuro gobierno si ganaba la presidencia. Los responsables del AKP argumentan que “el pueblo turco no quiere votar a una alianza multipartidista en un gobierno que cree que no conseguirá lo que el pueblo quiere por su incompatibilidad ideológica u organizativa, salvo por su acuerdo para intentar derrotar al actual presidente”.
Según altas fuentes turcas cercanas a Erdogan, “el presidente debería centrar sus esfuerzos en Estambul, Ankara e Izmir, ya que derrotó a Kilicdaroglu en las elecciones presidenciales pero no en las parlamentarias”. Se cree que ganar las elecciones presidenciales en Estambul suele conducir a la victoria en la carrera general, como le ocurrió a Erdogan en 1994-1998 cuando era alcalde de Estambul. Sin embargo, los resultados de las elecciones presidenciales de hoy desafían esta noción, ya que Erdogan obtuvo victorias en las zonas rurales, especialmente en la mayoría de las provincias del sur afectadas por el terremoto de este año. La capacidad de Erdogan para cumplir sus promesas, especialmente en regiones donde la oposición carece de peso parlamentario para cumplir las promesas de gas gratuito y reconstrucción, contribuyó a su éxito en estas zonas.
Sinan Ogan consiguió recortar la cuota de votos de Erdogan en Anatolia Central, principalmente en Diyarbakir, el corazón de la región kurda. Sorprendentemente, el candidato nacionalista de extrema derecha antikurdo obtuvo el 1,2% de los votos en esta provincia kurda, donde el 72% del electorado votó en contra del oponente de Erdogan. Este resultado en la región kurda pone de relieve el influyente papel de la intervención extranjera, en particular de Estados Unidos y la UE, para socavar el apoyo a Erdogan. Kilicdaroglu no habría tenido la confianza necesaria para concurrir a las elecciones sin el consentimiento kurdo. La realidad es que Kilicdaroglu obtuvo el 35% de los votos parlamentarios. En cambio, los kurdos que le votaron en las elecciones presidenciales no le apoyaron en las parlamentarias. Por otra parte, Erdogan obtuvo el 49% de los escaños parlamentarios y el mismo porcentaje en las elecciones presidenciales.
Mientras Turquía se prepara para la inevitable segunda vuelta de sus elecciones presidenciales, varios factores sugieren que el presidente Recep Tayyip Erdogan va camino de una victoria segura. Erdogan, que obtuvo el 49,51% de los votos en la primera vuelta, sólo necesita un aumento marginal del 0,5% sobre su porcentaje actual para reclamar la presidencia. Además, el principal rival de Erdogan, Kemal Kilicdaroglu, se enfrenta a importantes dificultades para atraer el apoyo de otros candidatos, en particular del candidato nacionalista de extrema derecha Sinan Ogan, que no puede transferir sus votos acumulados.
Un análisis del voto kurdo, elemento esencial en las elecciones turcas, muestra que las perspectivas de Kilicdaroglu son limitadas. A pesar de recibir el apoyo del 10% del voto turco, que representa el 90% del electorado kurdo, Kilicdaroglu no contó con el apoyo kurdo en las elecciones parlamentarias. Esto hace poco probable que pueda contar con el apoyo kurdo en la segunda vuelta, sabiendo que la oposición tiene menos posibilidades de ganar las elecciones parlamentarias. La insistencia de Sinan Ogan en que Kilicdaroglu abandone a los kurdos por su apoyo complica aún más las cosas, ya que tal exigencia no es factible.
La fuerza de Erdogan reside en su capacidad para asegurarse potencialmente votos kurdos adicionales y en su posición dominante en el Parlamento. El Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), en alianza con el Partido del Movimiento Nacionalista (MHP), tiene mayoría parlamentaria, lo que da a Erdogan la ventaja de contar con un sólido apoyo en su apuesta por un segundo mandato. Se espera que esta mayoría parlamentaria influya significativamente en el resultado de las elecciones presidenciales.
Contrariamente a las expectativas occidentales de la caída de Erdogan, la próxima batalla por la presidencia turca parece más favorable para el líder en funciones. Occidente debe prepararse para lidiar con un presidente que dará prioridad a los intereses de su país al tiempo que mantiene un enfoque equilibrado de las relaciones exteriores sin romper los lazos con Occidente ni alinearse exclusivamente con Rusia. Sin embargo, persisten los desafíos en forma de cuestiones económicas, con la inflación y la devaluación de la moneda local reclamando la atención del nuevo presidente turco.
A medida que se acerca la segunda vuelta, Erdogan sigue bien situado para asegurarse la victoria, beneficiándose de su mayoría parlamentaria, de posibles ganancias en el voto kurdo y de la limitada influencia parlamentaria de los candidatos rivales.
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