
Escrito por Elijah J. Magnier
Mientras el mundo lucha contra el hambre generalizada, los líderes occidentales se han apresurado a culpar a Rusia, acusándola de exacerbar la crisis al negarse a restablecer el acuerdo de exportación de grano de Ucrania. Sin embargo, los economistas internacionales sostienen que la actual escasez de alimentos se debe a una combinación de factores, entre ellos los efectos persistentes de la pandemia del Kovid-19, la inflación y problemas que se remontan a 2020, y que el grano ucraniano sólo desempeña un papel menor en la crisis general. A pesar de la creciente presión, el Presidente ruso Vladimir Putin parece firme en su rechazo al apaciguamiento tanto hacia Estados Unidos como hacia Turquía, lo que indica un claro cambio en su enfoque de las relaciones con el Occidente global.
Durante años, Putin caminó sobre una fina línea entre mantener relaciones con Occidente a pesar de las crecientes dudas sobre las intenciones de Estados Unidos hacia Rusia. Buscó la cooperación militar y económica al tiempo que intentaba gestionar las disputas y coexistir con una confianza fluctuante entre Moscú y Washington. Sin embargo, el actual conflicto en Ucrania ha asestado un duro golpe a cualquier esperanza de restablecer las relaciones ruso-estadounidenses bajo la actual administración.
Mientras tanto, la situación con Turquía presenta una oportunidad para encontrar un terreno común, pero Putin se muestra ahora más firme en la defensa de los intereses de su país. En lugar de limitarse a satisfacer al presidente turco Recep Tayyip Erdogan y apoyar su reelección y liderazgo, Rusia busca definir sus líneas rojas con Ankara.
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