¿La partición del Líbano ahora está sobre la mesa?

Por Elijah J. Magnier: @ejmalrai

Traducción: Diego Sequera

Tras el final de la guerra civil en 1975, el Acuerdo de Taif (uno de los peores de la historia) se firmó entre los beligerantes. Entregó al país a las manos de los señores de la guerra civiles que hoy gobiernan el Líbano junto a sus hijos. Desde entonces han sido frenéticamente diligentes en robarse la riqueza pública, mal administrar el país y ofrecer muy poca infraestructura esencial a los habitantes. Se refugian en los líderes religiosos, que están dispuestos a ofrecerles protección… siempre y cuando custodien los puestos gubernamentales dispuestos para cada una de las 18 religiones libanesas, de acuerdo al sistema confesional, bastante alejado de la democracia e incluso del nacionalismo. Y efectivamente, el presidente francés, Emmanuel Macron, tuvo suficiente cuidado como para decir, durante su última visita al Líbano, en su reunión con estos mismos señores de la guerra: “No le toca al presidente francés escribir su historia a nombre de ustedes. Son ustedes quienes tienen que hacerlo”.

Macron rechazó la idea de elecciones parlamentarias adelantadas y le pidió a estos señores de la guerra que se reuniesen en “un gobierno unido”, lo que quiere decir apoyo de la comunidad internacional a los mismos políticos responsables de la crisis libanesa y el robo a gran escala durante décadas! Pero la población fue a la calle un día después de la partida de Macron, dejando claro que una confrontación sectaria ya no podía ser excluida. ¿Es posible dividir al Líbano, luego de otra guerra sectaria? ¿Cuál sería la reacción de los actores poderosos? Le llegó el momento al actual gobierno de retirarse. ¿Qué viene después?

Llegó el momento de la partida del gobierno dirigido por el doctor Hassan Diab. Diab, suní, no es un líder político y no está afiliado a ningún partido. Es un intelectual y profesor universitario que se le impidió implementar cambios verdaderos y ponerle punto y final al patrón de corrupción largamente establecido. En lo doméstico, los señores de la guerra se le opusieron y se tomaron la molestia de viajar al exterior pidiéndole a los líderes mundiales que se abstuvieran de apoyarlo. Incluso Nabih Berri, el presidente del parlamento, intentó sacudirse a Diab y su gobierno., aunque Berri tuviera dos ministros en el gabinete del propio Diab, que también contribuyeron en el fracaso. Los ministros de Berri finalmente rechazaron la idea de remover al gobernador del Banco Central y llevarlo a la justicia por su mala administración de los ahorros públicos y por sin espectacularmente fracasada ingeniería financiera. 

El primer ministro Diab dijo que le daba “dos meses” -aunque probablemente no dure tanto tiempo-, para permitir que se reúnan los señores de la guerra y decidan qué hacer, ya que son ellos quienes impiden que el gobierno avance. También dijo que está dispuesto a buscar una elección parlamentaria adelantada, una propuesta que con toda certeza será rechazada por los políticos poderosos y tal vez conduzca a la renuncia de Diab. De hecho, los poderosos grupos parlamentarios suní y cristiano pudieran resultar los más damnificados en una elección adelantada. Tanto los suníes (Saad Hariri) como los cristianos (Gebran Bassil) han sufrido daños severos en su base popular, y definitivamente perderían muchos escaños que actualmente controlan. Los drusos ..

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Macron cree que la presión económica estadounidense sobre Hezbolá le está haciendo daño a la población, entre ellos a los amigos de Francia y Estados Unidos. Es más, mientras Estados Unidos aumente su presión sobre el Líbano, más se acerca el país a Irán, China y Rusia. Eso sin contar el número de refugiados que se irían en masa a Europa. La “máxima presión” estadounidense sobre el Eje de la Resistencia, principalmente Irán, Siria y Hezbolá, no ha alcanzado el resultado deseado. Washington fracasó en su intento de someter al Líbano y se las ha arreglado para forzar a sus aliados, principalmente europeos, a encontrar más maneras de distanciarse de su dominio. 

“El problema del Líbano es el hecho de que hay demasiados países rodeándolo”, esperando para dominarlo. Esto es lo que dijo el Presidente francés. Describió una realidad que los Libaneses peligrosamente no están conscientes de, y donde la partición sigue siendo un fantasma peligroso.  

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