
Por Elijah J. Magnier
Traducido por Eli C. Casas
En las dos semanas restantes con Trump en el poder, Irán está enviando fuertes mensajes a los Estados Unidos, tanto al actual presidente como al presidente-electo Joe Biden, al lanzar unas maniobras de dos días, con aviones no tripulados de producción nacional en la provincia central de Semman. Además, ha aumentado el nivel uranio enriquecido hasta 20%. El primer mensaje está dirigido a las sanciones de “presión máxima” de Trump, y como respuesta a las últimas órdenes de enviar dos bombarderos B-52S, el submarino USS Georgia y el portaviones Nimitz al Golfo Pérsico. Irán desafió a Trump, contando con el hecho de que este ya no lanzará una guerra en sus últimas semanas de mandato y demostrando que, en cualquier caso, Teherán no tiene miedo y está decidido a enfrentarse a cualquier resultado.
El segundo mensaje a Biden consiste en un ultimátum para que la nueva administración respete el acuerdo nuclear (firmado en 2015 y rechazado por Trump en 2018) tal como está. El retorno de Irán al 20% de uranio revelará si Biden si es sincero en sus declaraciones de querer volver al acuerdo nuclear y ayudará a acallar a todas las voces que impugnan el respeto al JCPOA. De lo contrario, Irán continuará su enriquecimiento y su capacidad nuclear con determinación. Esto está lejos de ser un regateo, donde la negociación sería posible: Irán está estableciendo las reglas del juego, dejando sólo dos opciones para Biden: tomar el acuerdo nuclear como se firmó en 2015, o dejarlo.
El ejército iraní (fuerzas terrestres, marina y fuerza aérea) terminó recientemente unas maniobras que duraron dos días, en las que cientos drones viajaron más de 2.000 km y atacaron objetivos, utilizando misiles aire-tierra y aire-aire. Tales ejercicios también incluían el uso de aviones no tripulados kamikaze y la destrucción de fortificaciones terrestres y objetivos navales. Las maniobras indican cuán lejos ha llegado Irán a la hora de desarrollar su capacidad de disuasión (teniendo en cuenta que está sometido a fuertes sanciones) y cómo planea hacer frente a cualquier guerra librada contra él, ya sea por el presidente Trump antes de su partida, o por cualquier otro enemigo de Irán.
Las sanciones, más severas, impuestas por Trump fueron, y siguen siendo, muy dolorosas para la economía y el crecimiento de la “República Islámica”. Sin embargo, la administración estadounidense no logró ninguna disuasión eficaz contra Irán: sus dirigentes mostraron una total falta de flexibilidad y se negaron a negociar con Trump, incluso a responder a los ocho intentos de ponerse en contacto con su homólogo iraní, el sheikh Hassan Rohaní.
Para explicar a Occidente su determinación y evitar cualquier modificación o renegociación del acuerdo, en noviembre del año pasado, el parlamento iraní presentó un proyecto de ley con múltiples artículos que trazaban una hoja de ruta para la nueva administración estadounidense. El primer artículo del proyecto de ley trataba sobre la obligación del gobierno de elevar el nivel de enriquecimiento de uranio al 20% en la instalación nuclear de Fordow, que ha estado cerrada durante 15 años. El segundo artículo trata sobre un aumento de las reservas de uranio poco enriquecido. El tercer artículo estipula que el gobierno y la Organización de Energía Atómica de Irán (AEOI) deben utilizar 1.000 centrifugadoras avanzadas IR-2M e IR-6 para marzo, producir y almacenar al menos 120 kilogramos de uranio enriquecido con una pureza del 20% cada año y aumentar al menos 500 kg la producción mensual de uranio enriquecido para diversos fines pacíficos, con distintos niveles de pureza.
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