Erdogan aspira a “cero problemas”: la reconciliación con Siria, no el fin de la ocupación

Escrito por – Elijah J. Magnier:

Tras el anuncio del ministro turco de Asuntos Exteriores, Mevlut Cavusoglu, de que “es posible un entendimiento con Siria“, los grupos de la oposición siria proclamaron en la región de Idlib, ocupada por Turquía, que “no se reconciliarán y no perdonarán a Damasco.” Sin embargo, la posición del presidente Recep Tayyip Erdogan fue categórica al anunciar:  “hay que dar más pasos (positivos) hacia Damasco para estropear muchos planes (de EE.UU.)” y afirmó que “las fuerzas de EE.UU. y la Coalición están apoyando el terrorismo en Siria”. ¿Podría ser esto el preludio de un cambio radical en la dinámica en Levante entre Turquía y Siria?

Las posiciones manifiestas de los altos funcionarios turcos están relacionadas con la reunión tripartitacelebrada en Teherán entre los presidentes de Irán, Ibrahim Raisi, de Rusia, Vladimir Putin, y de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, a la que siguió una reunión bilateral entre Putin y Erdogan en Sochi semanas después. El diálogo entre estos jefes de Estado sentó las bases para un cambio en la posición turca respecto a Siria y a la dinámica y el desarrollo del mundo, desafiando la hegemonía mundial de Estados Unidos.

Varios asuntos vitales entre Ankara y Moscú comienzan con la presencia de los dos países en Libia, Azerbaiyán, Ucrania y Siria y, sobre todo, con el hecho de que Turquía es la segunda fuerza militar de la OTAN, OTAN que “involuntariamente” declaró la guerra a Rusia. Los expedientes económicos reúnen a los dos países en torno a una mesa, como la construcción de una central nuclear rusa de 20.000 millones de dólares en Turquía y la línea de gas TurkStream que se extiende de Rusia a Turquía, que alimenta a los países de la Unión Europea y alimenta el intercambio comercial y turístico entre los dos países. 

El repentino giro en la política exterior de Ankara no puede separarse de las elecciones turcas de mediados de junio del año que viene y de la carga financiera y económica que soporta el gobierno de Ankara por la presión de la inflación, que ha alcanzado el 79,8%. El deterioro de la moneda local y el desasosiego de la población, que ve cómo sus ahorros van desapareciendo poco a poco por el impacto de la crisis interna, imponen nuevas presiones al presidente turco. Erdogan busca un cambio fundamental de política que le aleje de la alianza occidental, que no ofrece una relación estratégica y ventajosa. Turquía se está acercando a los socios de Oriente Medio y Asia que podrían ofrecer el apoyo necesario al país de cara a las próximas elecciones.

Sin embargo, no hay que descuidar la acusación de Erdogan sobre el “apoyo de Estados Unidos y la coalición internacional al terrorismo” -como él mismo dice-. Turquía guarda cincuenta bombas nucleares estadounidenses dirigidas a Moscú y otras ciudades rusas en su base aérea de Incirlik, la base desde la que se lanzó el golpe de Estado anti-Erdogan en 2016. Además, el fracaso de EEUU en su guerra en Ucrania contra Rusia, la continua ocupación del noreste de Siria y el apoyo de Washington a la rama siria del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) son la base de la postura “agresiva” de Erdogan. Estados Unidos y Europa nunca sacaron al PKK de la lista de organizaciones terroristas, pero siguen apoyándolo y proporcionando armas a sus dirigentes en Siria.

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