
Escrito por – Elijah J. Magnier:
Los ministros de Energía de la Unión Europea fracasaron en su primera reunión para fijar un tope al precio de la energía y evitar el colapso de la unidad de Europa, que está al borde de la división por las consecuencias de la guerra de Ucrania. Sin embargo, el desacuerdo de los líderes de las naciones europeas es también una bendición para los ciudadanos de los 27 Estados miembros, que pagan muy cara la lealtad de Europa a los Estados Unidos de América. Los ciudadanos europeos llevan varios meses soportando el peso de los altos precios de las materias primas, los alimentos y la energía. Estados Unidos admite que sus aliados europeos están pagando un alto precio por soportar las sanciones de Estados Unidos y la UE a Rusia, que afectan -no exclusivamente- a la energía más necesaria en primer lugar. Sin embargo, el beneficio final es para Washington, que defiende su posición unipolar y el trono mundial, obteniendo beneficios de la venta de gas.Pero, al mismo tiempo, contribuye fuertemente a drenar la riqueza y la energía de la Unión Europea. Siguiendo la política antirrusa de Washington, se pretende que las naciones de la UE sigan siendo obedientes durante muchos años, con una carga que la población europea puede no aceptar durante mucho tiempo.
Durante la primera semana del presente mes de septiembre, los Estados miembros europeos no lograron encontrar un mecanismo que permitiera superar sus diferencias derivadas de la enorme disparidad entre ellos en cuanto a la dependencia de sus economías del combustible. Hungría, la República Checa y Alemania son algunos de los Estados que se opusieron ferozmente a la idea de limitar los precios del gas ruso, lo que pone de manifiesto su dependencia del combustible a pesar de la postura moderadamente optimista del Consejo Europeo. Por el momento, los ministros de la UE debatieron posibles medidas a nivel comunitario que podrían aplicarse a corto plazo. Se espera que la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, presente las propuestas de la Comisión Europea el 14 de septiembre.
El 3 de junio, la Unión Europea adoptó el sexto paquete de sanciones, que incluye un embargo parcial sobre el petróleo ruso. Las sanciones prohibirán las importaciones marítimas de crudo ruso a partir del 5 de diciembre de 2022 y las de productos petrolíferos a partir del 5 de febrero de 2023. Los países de la UE no tienen visibilidad de cómo encontrarán otra fuente de energía después de diciembre, principalmente cuando Irán aún no está incluido como exportador oficial debido a las diferencias derivadas del cierre del acuerdo nuclear, conocido como JCPOA.
La política de la UE debería decidirse en el continente según los intereses de la población. Sin embargo, las decisiones de la UE se han inspirado en Washington, que insistió y obtuvo la suspensión del flujo de gas ruso a través de Nord Stream 2 hacia Europa en primer lugar. Estados Unidos fue más allá, renovando su control sobre los líderes de la UE y reuniendo a las naciones de la OTAN cuando la organización del Atlántico Norte estaba al borde del colapso, como expresó el presidente francés Emmanuel Macron, que la calificó de “muerte cerebral”.
En las primeras semanas del conflicto ruso-estadounidense en el territorio ucraniano, la valoración general era que los países de la UE, principalmente Alemania, Francia e Italia, evitarían verse arrastrados a una escalada significativa con Rusia. Las naciones industrializadas y ricas de la UE pensaron que mantendrían los canales de comunicación con Rusia para mantener las puertas abiertas a la posibilidad de un acuerdo pacífico, apaciguando las preocupaciones de Rusia.
Sin embargo, la deriva de estos países detrás de la estrategia estadounidense, y el sacrificio de sus enormes intereses conjuntos con Rusia en el campo de la energía, confirmaron la inexactitud de tal valoración inicial. La realidad es que el campo occidental, tanto Estados Unidos como Europa, encontró en esta guerra una oportunidad para tratar de restaurar su vacilante hegemonía. Históricamente, esta hegemonía se había logrado ante todo mediante el colonialismo y las guerras o la amenaza de recurrir a ellas para disuadir a quienes las rechazan. La lógica actual del enfoque occidental es la siguiente: Derrotaremos a Rusia, disuadiremos a China, someteremos a Irán y restableceremos nuestro liderazgo mundial.
Las élites occidentales consideran que están en estado de guerra y tratan de movilizar a sus sociedades sobre esta base. Creen que la victoria en Ucrania marcará el comienzo de otras victorias contra todos los demás adversarios. Sin embargo, el alto coste de esta guerra para Occidente y la cooperación de todos los destinatarios de esta agresiva política occidental pueden obligar a los europeos a revisar su enfoque del cambio, ya que sus naciones están pagando el precio más alto.
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