
Escrito por – Elijah J. Magnier:
La guerra en Ucrania ha allanado el camino para que varios países de Oriente Próximo, principalmente Arabia Saudí, tiendan puentes más fuertes con Asia y planeen consolidar sus relaciones con China, la segunda economía mundial. Estas son las consecuencias inevitables de la guerra que la OTAN ha decidido emprender contra Rusia en Ucrania. Moscú aceptó el desafío, se apoderó de más territorios ucranianos y desafió el unilateralismo global que Estados Unidos (incluidos sus aliados occidentales) ha monopolizado durante décadas.
No cabe duda de que Estados Unidos sigue siendo el país más poderoso del mundo, con 750 bases militaresen ochenta países de distintos continentes. Además, la política del presidente Joe Biden logró empujar a Rusia hacia la guerra en Ucrania -como el ex presidente Jimmy Carter hizo con los soviéticos en Afganistán- con el objetivo de destruir la economía rusa y unir las filas de la OTAN y Europa bajo un mismo liderazgo.
Sin embargo, el fracaso de la administración estadounidense en sus objetivos de paralizar a Rusia y su política distante hacia Oriente Medio tienen un precio. Ha impulsado a Arabia Saudí a reconsiderar y reorganizar sus relaciones internacionales y a diversificar sus negocios, tecnología y comercio lejos de la exclusividad estadounidense. Tras los resultados de las elecciones estadounidenses, que dieron a los demócratas una inesperada victoria en el Senado y una ligera pérdida en la Cámara de Representantes , la posición del presidente Biden y de su administración se ha visto reforzada. Por lo tanto, Biden no necesita cambiar la política que siguió en la primera mitad de su mandato. Esto llevó a Biden y a su equipo a introducir algunos cambios relativos a la política hacia China, Rusia y Arabia Saudí.
Biden calificó a Arabia Saudí de Estado paria, pero tuvo que visitar Riad para rogarle una mayor producción de petróleo, algo que sólo ha conseguido durante unos meses. Arabia Saudí se distanció de la administración estadounidense cuando decidió reducir la producción de petróleo en dos millones de barriles diarios en la reunión de la OPEP+, lo que molestó a Washington y amenazó con revisar sus lazos con los saudíes. Pero el príncipe heredero Mohamad Bin Salman respondió aumentando sus relaciones con China y Rusia a otro nivel, desafiando a la administración de Biden, ocupada en su guerra con Rusia.De hecho, Estados Unidos considera a Rusia un Estado peligroso porque el Kremlin está preparado para una confrontación militar y no duda en participar en ella, independientemente de las bajas y del precio a pagar. La prueba de ello es la guerra en Ucrania que se está librando entre los países occidentales combinados, por un lado, y Rusia, por otro, sin que ninguno de los dos bandos utilice todo su poder y su capacidad militar destructiva. Rusia está luchando contra altos mandos militares de cuarenta países reunidos en una única sala de operaciones militares en la base alemana de Ramstein. Éstos planifican las batallas y proporcionan todo el material necesario al ejército ucraniano, así como el equipo y la inteligencia necesarios para mantener a Rusia comprometida el mayor tiempo posible en el campo de batalla, con la esperanza de derrocar al presidente Putin.
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