Zelensky, Del héroe a la incertidumbre: La resistencia de Rusia y la evolución de la postura de Occidente sobre Ucrania.

Escrito por – Elijah J. Magnier:

La primera visita del presidente ucraniano Volodymyr Zelensky a Estados Unidos estuvo marcada por una cálida acogida y un apoyo significativo. En aquel momento, los demócratas dominaban el Congreso, alineándose a la perfección con el presidente demócrata estadounidense Joe Biden. Zelensky, que se había enfrentado al poderío de Rusia en las primeras fases de la guerra, fue aclamado como un héroe, reminiscencia de la resistencia de Afganistán durante la invasión de la Unión Soviética en 1979. Esta admiración se tradujo en una importante ayuda financiera y militar para Ucrania. Washington incluso facilitó plataformas en la escena mundial para que Zelensky expresara la difícil situación de su país. La administración estadounidense, bajo el mandato de Biden, proporcionó decenas de miles de millones en ayudas, empujando aparentemente a Zelensky a una guerra por poderes, con la esperanza de atrapar al Kremlin en una situación similar al conflicto soviético-afgano.

Sin embargo, el entusiasmo inicial y la solidaridad internacional de que gozaba el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, parecen estar decayendo, y el panorama político cambió durante su reciente visita al Congreso. En esta ocasión, fue recibido con mayor escepticismo, sobre todo por parte de los líderes republicanos, ahora mayoritarios. Su principal preocupación giraba en torno a la transparencia con la que Ucrania utilizaba los fondos estadounidenses. Además, hubo una notable reticencia a conceder a Zelensky una plataforma para una sesión conjunta en el Congreso, derivada de las dudas sobre las perspectivas de Ucrania de lograr una victoria decisiva contra Rusia. Este cambio de actitud pone de relieve la evolución de la dinámica de la política estadounidense y sus implicaciones para las relaciones internacionales.

A medida que el conflicto continúa, hay indicios de que la marea puede estar volviéndose en su contra políticamente y en términos de apoyo tangible. Las naciones europeas, antaño firmes partidarias de Ucrania, parecen estar reconsiderando su postura. Las puertas económicas y militares que antes se abrían de par en par al gobierno de Zelensky parecen ahora menos disponibles. Este cambio refleja no sólo el cansancio de la guerra, sino también una nueva calibración de los intereses geopolíticos y los aspectos prácticos de la participación a largo plazo en un conflicto prolongado.

Aunque es demasiado pronto para afirmar que Zelensky está completamente aislado en la escena internacional, los cambios en la dinámica sugieren que Ucrania podría tener que afrontar las próximas fases del conflicto con un menor apoyo exterior. Hay muchas razones para este cambio, desde las presiones económicas y las consideraciones políticas hasta la pura imprevisibilidad del resultado de la guerra.

Mientras Zelensky se enfrenta a estos retos, la cuestión más general sigue siendo: ¿Afectará el cambio de postura de la comunidad internacional a la guerra y, en caso afirmativo, cómo se adaptará Ucrania a esta nueva realidad?

El reciente cambio en el Congreso de Estados Unidos, con el republicano Kevin McCarthy a la cabeza, ha sacado a la luz corrientes subterráneas más profundas en la política exterior estadounidense hacia Ucrania. La asertiva declaración de McCarthy de que no habría “ningún cheque en blanco para Ucrania” supuso un brusco cambio respecto al anterior apoyo liderado por los demócratas. La declaración suscitó una respuesta franca del Presidente Joe Biden, que esbozó brevemente las implicaciones más amplias del conflicto. “Ellos [los republicanos] no entienden la política exterior. No se trata sólo de Ucrania. Se trata de (la unidad de) la OTAN. Se trata de la influencia de Estados Unidos en Europa del Este”, dijo Biden.

Los comentarios de Biden ofrecen una ventana a la importancia estratégica del conflicto ucraniano, mucho más allá de las disputas territoriales inmediatas. La guerra está sirviendo como prueba de fuego de la relevancia y la unidad de la OTAN, especialmente tras la polémica declaración del presidente francés Emmanuel Macron de que “la OTAN está en estado de muerte cerebral” y su llamamiento a que Europa tenga su propio mecanismo de defensa, incluso contra posibles amenazas de Estados Unidos.

En respuesta a tales sentimientos, Biden congregó a los miembros de la OTAN haciendo hincapié en los beneficios esperados de un frente unido contra Rusia. Aunque la resistencia inicial de actores europeos críticos como Francia y Alemania fue evidente al comienzo del conflicto en febrero de 2022, finalmente se alinearon con la postura estadounidense.

Sin embargo, el cálculo estratégico estadounidense se ha visto cuestionado. En contra de las expectativas de Washington, Rusia no se doblegó ante la presión, ni su economía se hundió ante las duras sanciones occidentales. Por el contrario, Moscú encontró la solidaridad de naciones de todos los continentes. En concreto, países como India, varios Estados africanos y latinoamericanos y algunos de Oriente Medio se abstuvieron de imponer sanciones a Rusia, pero pidieron abiertamente el fin de las hostilidades.

Esta respuesta mundial subraya la complejidad del conflicto ucraniano y sus implicaciones de largo alcance. No se trata sólo de una disputa regional, sino de un reflejo de las arenas movedizas de la geopolítica mundial y de la evolución de la dinámica del poder y la influencia en el siglo XXI.

La tan esperada contraofensiva ucraniana, aclamada por Estados Unidos y Ucrania la pasada primavera como un gran avance en las defensas rusas, no ha cumplido sus elevadas expectativas. Más que una estrategia militar, la operación se consideraba una inyección de moral para los aliados occidentales, que luchan contra una economía en recesión, el aumento de los costes de la guerra y el debilitamiento de la moneda europea. Meses después de la ofensiva, sin embargo, Ucrania sólo ha logrado un avance menor, apenas a la altura de las expectativas previas a la guerra y sin apenas mella en las formidables defensas rusas que el Kremlin ha construido meticulosamente.

Además, la creciente preocupación por la corrupción en el seno de la administración ucraniana agravó los reveses militares. Estas preocupaciones alcanzaron un punto álgido durante la reciente visita del presidente ucraniano Zelensky a Estados Unidos. El líder de la mayoría en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, encabezó las protestas y señaló: El pueblo estadounidense quiere saber en qué se gasta su dinero”. Este sentimiento se vio reforzado cuando Zelensky destituyó a su ministro de Defensa, Oleksii Reznikov, tras las graves acusaciones de corrupción generalizada en un ministerio en la vanguardia del esfuerzo bélico, que consume miles de millones de dólares y es el principal receptor de ayuda de guerra.

La investigación de McCarthy no se detuvo en la transparencia financiera. También preguntó: “¿Dónde está el plan para la victoria (sobre Rusia)?”. Tales declaraciones ponen de manifiesto la creciente desilusión estadounidense ante la falta de progresos tangibles sobre el terreno y la incapacidad de las fuerzas ucranianas para lograr avances significativos contra las defensas rusas. El otrora abierto apoyo financiero estadounidense a Ucrania parece menguar, con senadores y congresistas republicanos escribiendo una carta en la que se oponen a más ayuda económica y militar…

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