
El coronel Oleg Pechevisty fue asesinado la semana pasada en la provincia central siria.
Por Elijah J. Magnier
En los últimos meses, Occidente ha advertido de una inminente “ofensiva de primavera” ucraniana para derrotar a las fuerzas rusas más allá de Crimea. Este supuesto ataque, en el que se dice que participarán decenas de miles de tropas equipadas con armamento avanzado y respaldadas por la inteligencia y el apoyo logístico occidentales, ha sido tema de debate durante varios meses. Sin embargo, los últimos acontecimientos sugieren que este supuesto “ataque” puede ser una serie de operaciones encubiertas de sabotaje, asesinatos, ataques con aviones no tripulados y asesinatos selectivos de oficiales rusos en Rusia y en diversas partes del mundo, llevados a cabo por fuerzas especiales secretas desconocidas.
Según fuentes de seguridad de Damasco, la capital siria, “en la última semana del pasado mes de mayo se produjo un atentado en la zona de Khan Shaykhun, en Maarat al-Numan (Idlib). Un grupo de fuerzas especiales …
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altamente entrenadas y desconocidas atravesó el perímetro de alambre de espino que protegía a las tropas rusas. Los atacantes lograron infiltrarse en el recinto, atacando y matando a varios oficiales rusos. La fuerza atacante, estimada en seis miembros de las Fuerzas Especiales, se retiró rápidamente tras ser cubierta por otros cuatro miembros que se quedaron para detonar explosivos, desviando la atención del objetivo principal de llevar a cabo el asesinato selectivo y garantizar la huida segura de los atacantes.”
Fuentes en Siria indican que “los atacantes desactivaron las cámaras de vigilancia antes de entrar en el complejo, lo que les permitió llevar a cabo su operación con precisión y salir sin sufrir bajas. Después huyeron hacia el este de Siria en vehículos que esperaban cerca del lugar”.
Las fuentes creen que este tipo de operaciones tienen como objetivo sembrar la confusión entre las fuerzas rusas y enviar el mensaje de que pueden ser blanco de ataques en todo el mundo. Estos incidentes pretenden demostrar que sus adversarios disponen de avanzadas capacidades de inteligencia, la audacia de vigilar los movimientos rusos y la capacidad de llevar a cabo misiones contra ellos, incluido el asesinato de sus oficiales.
A pesar de la falta de fuentes múltiples que confirmen esta operación específica, varias informaciones convergen para indicar un acontecimiento significativo en la zona de Khan Shaykhun en esa semana en particular, lo que llevó a una mayor alerta y confusión entre las fuerzas rusas. Es importante señalar que la sociedad siria está formada por individuos con distintas afiliaciones, incluidas las fuerzas pro Damasco y las de la oposición. Estados Unidos e Israel han utilizado a muchos individuos como parte integrante de su aparato de seguridad nacional, lo que les ha permitido llevar a cabo operaciones de seguridad contra objetivos dentro de Siria. Este uso de sirios se ejemplificó con la reubicación de individuos específicos, incluidos los Cascos Blancos, en Israel en 2018 antes de la incursión del ejército sirio en el sur.
A lo largo de la guerra, Siria ha sido testigo de varios incidentes de seguridad dirigidos contra el grupo militante libanés Hezbolá antes del conflicto y contra oficiales de la Guardia Revolucionaria iraní. En estos atentados contra objetivos se han utilizado artefactos explosivos sofisticados, ataques de francotiradores y grupos entrenados y equipados con armas blancas y silenciadores. Algunos de estos grupos han conseguido incluso infiltrarse en Israel, causando alarma y obligando a desplazar las operaciones al sur de Siria.
Rusia también ha experimentado operaciones de sabotaje, como drones suicidas dirigidos contra Moscú, el Kremlin y la ciudad fronteriza de Belgorod, e intentos de infiltración de grupos armados en territorio ruso. Estas operaciones parecen diseñadas para distraer y confundir al Kremlin y poner en evidencia su supuesta incapacidad para proteger al país mientras sus fuerzas están comprometidas en Ucrania.
A falta de pruebas creíbles, la falta de preparativos acordes con una operación militar a gran escala como la que Ucrania está debatiendo, en la que participarían decenas de miles de tropas, arroja dudas sobre la viabilidad y la inmediatez de un ataque de este tipo. La acumulación de fuerzas, el establecimiento de la logística y el transporte de tropas y municiones al frente dejan huellas que los servicios de inteligencia pueden detectar mediante vigilancia humana y electrónica. Sin embargo, no hay pruebas ni indicios concretos de los preparativos necesarios, incluidos los bombardeos preliminares, la construcción de carreteras o la eliminación de obstáculos al paso de las tropas. Esto sugiere que la probabilidad de un ataque inminente a gran escala es poco realista o, al menos, poco cercana.
En consecuencia, la actual guerra encubierta que Estados Unidos libra contra Rusia en el exterior y en territorio ruso puede estar desarrollándose a través de estas operaciones encubiertas. Estos sabotajes y asesinatos selectivos pueden representar la guerra prometida que Estados Unidos ha apoyado y preparado abiertamente junto a Ucrania. El presidente Vladimir Putin se ha abstenido de utilizar armas no convencionales que podrían tener consecuencias devastadoras para los amigos de Rusia y desencadenar un golpe contra Moscú.
Sin guerras limpias, todos los conflictos son inherentemente sucios y destructivos. Pero esta guerra en curso ha sobrepasado los límites anteriores, ha cruzado las líneas rojas establecidas y se tambalea constantemente al borde del abismo. No muestra signos de desescalada, lo que la hace más peligrosa que cualquier conflicto anterior.
Mientras continúan estas operaciones encubiertas, el supuesto ataque ucraniano parece estar transformándose en operaciones de sabotaje contra Rusia. Aunque escasean las pruebas concluyentes, el patrón de asesinatos, ataques con aviones no tripulados y homicidios selectivos de oficiales rusos en diversos rincones del planeta sugiere un esfuerzo calculado para desestabilizar y desestabilizar a las fuerzas rusas. Estas acciones ponen en entredicho la capacidad del Kremlin para proteger sus intereses mientras sigue comprometido en Ucrania. Aún no se sabe con certeza si esta guerra encubierta se recrudecerá o si hay perspectivas de una desescalada, lo que mantiene en vilo a la comunidad internacional, que sigue de cerca el desarrollo de los acontecimientos.
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